30.12.05

pensar

Pensar.

Pensar poco. Pensar durante un segundo actos de meditación obligada, que hubieran merecido prudencia o reparo antes de cometerse. Pensar rápidamente respuestas sin una pregunta. Pensar después de haber hablado. Pensar antes de oir, o más bien pensar antes de escuchar. Pensar en presente de indicativo con un imperativo siempre guardado en el bolsillo. No pensar.

Pensar mucho. Pensar en nubes cuando hablábamos de escarcha. Pensar en impresionantes mansiones cuando hablábamos de puertas de entrada. Pensar en grandes navíos surcando los mares, cuando hablábamos de barcas de remos. Jugar a hacer castillos en el aire que se soportaban sobre naipes, cartas vacías cuyo único dibujo hubiera podido ser tu pelo mojado al salir de la ducha. Y la figura de la baraja pudiera haber sido una sota de espadas.

Pensar con prudencia, poniéndole reparos a los escalones de cuatro en cuatro, pero también a subirlos de uno en uno. Pensar en no dejar en la fregadera ni un sólo vaso más, ni de los medio llenos ni de los medio vacíos. Pensar en llenar la alacena de tus caricias inventadas, y usarlas luego en raciones muy pequeñas para afrontar los inviernos del alma.


Pensar en los para siempre y acostarse con ellos cada noche, y hacerles el amor hasta no sentirme tan yo.

Pensar.

28.12.05

del amor (VII)

Se lo dice con sonrisas desde el marco de la ventana, cuando el viento amaina y los perfumes llegan claros, nítidos, frescos y sin esa ambigüedad de los días de lluvia.

Todo se une en una especie de déjà vu de cartón piedra, donde las ilusiones del pasado se entremezclan con una ensalada de sorpresas y oportunidades, aderezada con los condimentos del azar.

Y sin darse cuenta los dimes y diretes dejan de tener importancia. Y mira hacia delante y la montaña rusa de la vida quizás haya dejado de bajar.

E incorporándose, mira al cielo y espera, con el corazón lleno de esperanza, a que llegue el próximo tirabuzón, la próxima cuesta arriba y la recta final con la foto que siempre suele pillarle desprevenido.


P.D.: El que no la encuentre no es más que una especie de pausa entre el vacío de las horas rotas y el futuro de sentirnos juntos.

Cómo reiremos al leerme, verdad?

22.12.05

NO - SI - NO - SI

Ahí podíamos verme, saliendo del ascensor de casa y abriendo la puerta, armado tan sólo con mi rutina y mi abrigo de forro.

Como cada día me tiré encima de la cama deshecha, contemplando el techo durante un corto espacio de tiempo, y calculando las medidas en el vacío techo blanco. Después de muchos cálculos pasé a leer en las esquinas las mil historias de mi vida: páginas de un álbum mental de tatuajes agridulces. Momentos de pena y desdicha, alternados con risas y la sensación de plenitud de recuerdos alegres.

Ronroneos en la base del cráneo. Degradación de grises que es la caída de la noche, más oscura cuanto más me paraba a pensarlo.

Y estando medio dormido confeccioné una lista que me sirvió de nana.

No a los rencores, la televisión, la tristeza, las arañas, los odios, el frío en una cama grande, los gritos, el hambre, los quiero y no puedo, las madrugadas de insomnio, la falsedad, las roturas, el dije diré, el sabor agrio, las resacas, el vacío, la pena, la oscuridad total, los gatos, la ira, las duchas frías, las órdenes tácitas, el sexo por rutina, las voces en la espalda, los espejos rotos, las verduras, el recordar dolores, las mujeres de esquema típico, los PC's, los pakis vagos de la venta masiva, las mentiras de apariencia de cordero, el tabaco y los porros, las rutinas mal entendidas, Gran Hermano, la dependencia personal, el puré, los mosquitos y las cucarachas, los "te quiero" al cabo de dos días, los Mossos d'Esquadra, las discotecas pachangueras, las faldas encima de pantalón, el calimocho, la automortificación, las muchedumbres, los fachas, los videojuegos de los Sims, los cuernos, los coches, el rock català, y el hacerse viejo.

Si a las sonrisas, los amigos, las salidas nocturnas, la música muy bajita para caer dormido, los cruces de miradas, el sushi, el sexo por el sexo, el sexo con amor, el sexo salvaje, el sexo repetido, el sexo recordado, la oscuridad con rendijas naranjas, amarillas o rojas, la oscuridad con música, escribir, la lluvia y las tormentas, los perros, las duchas de veinte minutos con agua caliente, las chapas, las compras, el trabajo gratificante, el amor de los románticos y de los ingenuos, el repiqueteo del agua, la música islandesa, los macs, las letras de canciones que te hacen sentir comprendido, la birra, la predestinación, el tacto de la hierba húmeda bajo los pies, su olor y su textura, los ojos azules y verdes, el tiempo cerrando heridas y dando la razón, los piercings, los pakis de cerveza bier, la ternura, el silencio, los mimos y caricias, las converse, conocer gente nueva, mi colibrí y todo su mundo, los cambios a mejor, la leche con galletas, el vodka con redbull, y el sentirse aun a tiempo de reirte de la vida al dar la vuelta a la próxima esquina.

16.12.05

Sigur Rós (IV)

Ella me dijo que los amarillos no volverían.

En estos momentos soy consciente de que mintió, y de que el ritmo que late en cada compás no es sino la imagen armónica de un copo de nieve sobre la superficie de un lago.

Miro a lo lejos y hasta donde mi vista alcanza todo es aurora boreal. No importa que tu la creas de cartón piedra: ella existe y es por encima de las pequeñas cosas, como arena que marca el borde de los ríos. Y por más que la azotes con amenazas de noches en vela y de días de silencios, crecerá por los cantos de las mesas, por las laderas de los campos, por las cimas de los montes y por las aristas de tus gestos, sin dejar tiempo a amenazas insípidas.

Díselo, se valiente.

Dile lo que hacíais con el corazón en una mano y las letras islandesas en la otra.

Te quiero se queda corto para definir lo que no siento por nadie.

9.12.05

lo improbable del dolor

En momentos como este no cabe duda de la total existencia de los azares que guían la vida. Las probabilidades, las estadísticas, los números y las cábalas a veces te indican sin duda que todo existe y sucede por un Plan (si, con mayúsculas).

Que les jodan a las mariposas que baten las alas en New York, y a los terremotos en Japón. Que les follen a los momentos de detenerse el tiempo. Que le den a las magias de quedarse sin palabras. Que se atraganten las sonrisas de música dulce y compases de violines. Que ardan los recuerdos de querer y no poder.

Yo me quedo en mi esquina con las rabias que me hacen más viejo y triste. Jugando a que a cada momento me siento más solo. Y regocijándome en ello. El otro día comentaba con una amiga lo supremo y pésimo de tener escalas cromáticas más anchas de lo normal. Reniego de mi capacidad para no ver tan solo en tonos de blanco o negro. Maldigo el momento en que fui consciente de que del 0 al 10 yo soy capaz de tener un -10 y un 100.


Si algún dios del humor existe, tiene su mirada fija en mis sienes. Que lo sepas: me aparco en una esquina, desistiendo de las risas que te debes estar pegando a mi costa. Que te quede claro que algún día me tocará ser feliz.

La vida es una puta que se sabe de memoria el imperativo del verbo joder.

Ojalá nadie tenga que sentirse jamás tan triste como estoy ahora. Se me desgarra el pecho, y tengo que dejar constancia de ello. Buenas noches.


P.D.: Echaré de menos esa curva. Sí, la que me hizo derrapar.

29.11.05

Sigur Rós (III)

¿No te había contado ya lo que me pasó?

Escarcha en la sangre.

Medias sonrisas en la mente.

Nebulosas en el corazón.

Aire en el tuétano de mi alma.

Estrellas en el nervio óptico, engañando a la vista, hablando sin decir nada sobre notas que no pueden existir.

Subidas, bajadas, giros y mortales en una montaña rusa de pentagramas de vainilla.

Rojos, rosas, verdes y azules como látigos directos a la base del espinazo.

Y cosquillas.

Por la espalda, por los brazos y las piernas, por el cuello y por mis arterias.

Pulso firme que sigue el compás.

Calor allí dentro, calefacción a tope, pero la clara sensación de estar a kilómetros de distancia.

Sentirme en Islandia, su tierra natal. Y ver amaneceres claros, nevados, montañas blancas y frías.

Y extender la mano y recoger del cielo copos de nieve que te hacen guiños.

Solo a ti.




(Gracias)

27.11.05

ringtone

Lo dedico a todos aquellos y aquellas que, como yo, han sido, son o serán campeones mundiales en el arte de observar pantallas. Aquellos que han hecho del tumbarse y esperar al lado del móvil una ciencia basada en amasar tristeza y despachar esperanzas en fila india.

Lo dedico a los que piensan que existen personas al otro lado, y que a las 3h de la madrugada comenzará a sonar la música de las películas románticas, y la pantalla se partirá en dos y podremos observar como él (o ella) está llamándonos. Y le cogemos el teléfono y todo se arregla, y las sonrisas surcan cielos sin nubes ni lluvia.

Lo dedico a los que aumentan el volumen del altavoz y duermen acurrucando el móvil, como si el hecho de tratarlo bien haga más posible que las estadísticas de la hijoputez y el individualismo dejen de dar la razón a los chicos y las chicas malos.

Y os lo dedico porque no sois los únicos. Cuando queráis formaremos un club. El club de los que están hartos de que esa pantalla no se ilumine, de que esa llamada no sea contestada, de que ese mensaje no sea leído o respondido.

En definitiva, el club de los que odian los títulos de crédito antes de la escena del beso.

3.11.05

el niño ruso

El tender la mano, hacia blancos que no están ahí, hacia paredes que se atraviesan con sonrisas en la cara y en la frente. Gratuítas y persistentes, manchas de café en el borde de los fogones de una cocina antigua. Y dar el paso y decidirlo.

Viajar en un desvencijado tren, sobre vías semi heladas, notando el frío exterior a través de la ventanilla. Contraste térmico que reconforta: se siente abrigado y estático ante un todo que no deja de moverse de manera borrosa, cómodo en su interior de sonreíres dedicados y esperanzas cosidas (remendadas con tela vieja pero resistente).

Bajarse en un andén repleto de abrigos de colores (en el amplio abanico de grises de la escala cromática), y abrazos en grupos de dos. Un reencuentro no es lo mismo si las álgebras no suman pares o múltiplos de tres.

Coger con fuerza la negra bolsa de viaje y hacer de tripas corazón (y de olvidos presente) y concentrarse en la idea de que volver a empezar no implica comenzar en gravedad cero, sino bailar al son de músicas de alcoba que en ningún libro están descritas.

Y una vez completa su bitácora de cruces y vistos, de nuevo el pasado cobrará sentido, y el niño ruso que una vez fue anciano volvera a pasear por las viejas calles del barrio de Tverskaya, y se impregnará del ambiente serio en el Bulvarnoye Koltso. Finalmente, cuando se mire en el espejo verá al fin la imagen reflejada de ella, y le hará el amor a sus ojos y a sus párpados, a su pelo y a su aliento, a su ombligo y a su perfume.

Nadie será capaz de hacerlos salir de ese frío hotel moskovita, de igual manera que sería imposible explicarles que en el exterior el duro invierno abraza la ciudad, y que la Plaza Roja se ha estado preguntando sobre las durezas de la vida de emigrante, y el porqué de echar de menos cuando lo que la vista alcanza no merece mas que echarlo de más.

30.10.05

recuerdo...

Me sonrío al pensar en partidas de póker, tuyas y mías. Cuando me sorprendo a mí mismo, a las dos de la mañana, pensando en lo que te dije o me dijiste, en lo que pensé o en lo que pensaste, tengo la sensación de una total perdida de fe en la conjugación de tiempos verbales.

Recuerdo verte desde donde yo estoy, hablando con otras personas y trabajando, sonriente y simpática. Y las ganas de que nos cruzaramos más a menudo, más cerca, más intensamente.


Y luego recuerdo mirarte en tu cama. Desnuda, templada al tacto, sexy, preciosa, con una fina película brillante, sudor con sabor dulce después de unas horas de sexo del bueno. Y recuerdo haber pensado en quedarme allí y comerte a besos, penetrarte de nuevo y hacerte mía hasta que de nuevo la luz tenue de la luna surgiera, y ni tu ni yo fueramos capaces de mover un sólo dedo. Y recuerdo la sensación de alegría.


También recuerdo los momentos en que me sorprendo a mí mismo queriéndote. Pensando en hipótesis escritas en amarillo miel. Recordando pasados y inventando futuros. Son instantes en que intento saber qué siento realmente, y en los que juego a perseguirme por las esquinas de mi mente...


Si alguna vez pensaste que era extraño no es más que por mi miedo a apostar todo mi dinero al quince rojo, y perder en un instante las pocas riquezas que llevo acumuladas. Odio las derrotas. Odio la tristeza.


Y lloro con los "seamos amigos" que me lanza la vida, que me golpean por la espalda y me hacen más viejo, sentimental y tonto que antes.

20.10.05

Sigur Rós (I)

Escucharlos es como dejar que te resbalen las tristezas, los llantos, las alegrías y esa íntima sensación de cobijo interior, aquella que solo crees posible cuando son las cuatro de la tarde de un domingo, aun te encuentras en la cama y fuera llueve y hace frío. Y tu retozas en tu cama y te tapas hasta la nariz, y se te escapa una sonrisa como de haber sido malo. Esa sonrisa. Esa sensación. Tú sabes de lo que hablo.

Oyes voces dulces y la piel se encrespa. Cada poro clama por acercarse más y más a las notas que surgen de los altavoces, en un idioma desconocido y que jamás aprenderás. Lo importante no es la letra, si no lo que dice. Lo que te dice.

Te dejas transportar hasta mundos de ensueño. No importa que solo existan dentro tuyo. En ellos bailas sin cesar, y tu rostro no es más que un marco de alegría, fotograma en blanco y negro, dejándose llevar por la marea de un domingo que anochece, y que abraza una luna que como no podía ser de otra manera, está llena.

Ojalá todos pudiérais sentir lo que yo siento cuando lloro, o cuando estoy triste, o cuando estoy melancólico. Sabríais que el espectro de colores va más allá del rojo, del blanco y del azul, y que la gravedad no atañe solo a planetas y astros.

Me voy a mi cama, a esperar a que aparezca, con la única compañía de un dolor leve en el pezón izquierdo. Triste lamento metálico, no quisiera tener que sacarte de debajo de mi piel.

Dejo un winamp repleto de recortes mentales.

Regalos, sonrisas, miradas, azul, mojarte bajo lluvia suave sin paraguas, esa sensación de lleno interior, ese sabor de victoria sobre las pequeñas cosas, esa melancolía de semanas de dos días, los nervios del volverá a pasar, las ansias de volverla a ver, la cálida compañía de tener a los que quieres cerca, cervezas, risas, abrazos, compartir, dar, recibir, detalles que el barro oculta y el sol hace aflorar.

En diferido desde Álafoss, Islandia.

Frío? Que alguien me diga dónde...

Sigur Rós (II)

Sería un necio o un inconsciente si cerrara los ojos y no admitiera que me conmuevo profundamente.
Sería un estúpido si me negara a aceptar que esta música habla de mitos nórdicos, de unos tiempos en que los dioses traían al mundo soles, y luchaban contra gigantes en grandes bosques verde oscuro.
Sería de piedra si me negara a aceptar que me mezco al ritmo de las notas. Y si me concentro en el suave vaivén, se me enredan en el pelo varias auroras boreales, y al intentar mirarme las manos me sorprendo al verlas enterradas en fría y blanca nieve.

Búscame. Más alla de esos bosques negros y esas rocas cubiertas de musgo y liquen. Más allá de los sauces y los abedules, cubiertos de nieve hasta hacer del verde un nuevo grado de blanco. Justo al borde de la siguiente colina. Pasa cerca del lago helado, y sin detenerte a contemplar los alces, entra en la cueva que tienes ante tí.

Te espero dentro, recitando mentalmente un poema sin vértices ni aristas:

"Nú vaknar þú
Allt virðist vera breytt
Eg gægist út
En er svo ekki neitt

Ur-skóna finn svo
A náttfötum hún
I draumi fann svo
Eg hékk á koðnun?

Með sólinni er hún
Og er hún, inni hér

En hvar ert þú....

Legg upp í göngu
Og tölti götuna
Sé ekk(ert) út
Og nota stjörnurnar
Sit(ur) endalaust hún
Og klifrar svo út.

Glósóli-leg hún
Komdu út

Mig vaknar draum-haf
Mitt hjartað, slá
Ufið hár.

Sturlun við fjar-óð
Sem skyldu-skrá.

Og hér ert þú

Fannst mér.....

Og hér ert þú
Glósóli....."

P.D.: Trae velas. Se acerca el invierno y la noche será larga. No soltaré tu mano en todo ese tiempo. No tengas miedo.

1.10.05

del amor (VI)

Me quedé dormido, como tantas otras noches. De fondo una película de las de hilo musical, una de esas que siempre puedes poner para rellenar silencios o para cubrir vacíos en el lado contrario de la cama. Allí es donde la galaxia es agujero negro de tristeza, y nada sustituirá tu cuerpo (celeste).


Soñé durante unos minutos, acaso segundos, con quimeras mudas de cartón piedra, sin rostro, sin alma y sin amarillos que las cubrieran. Y al despertar, intranquilo, triste y preocupado, la película vacía aún seguía en la pantalla.


Me incorporé desorientado y metafísico, desanudando ideas y intentando analizar (esfuerzo vano) porqué tenía un nudo en la garganta que no dejaba de crujir.


El motivo sigues siendo tú.


Algo me dice que enganchaste un retazo de ti en mi hipotálamo, justo cuando no miraba y soñaba con universos transparentes, aquellos en los que tú y yo hubieramos debido viajar, deslizándonos sobre el presente de subjuntivo como gotas por el dorso de un rostro sonriente.


Rostro de niño.


Cógeme la risa cuando consiga que surja. Sujétala fuerte, sin dejar que su cosquilleo de alas de mariposa te haga abrir las manos. La ocasión lo merecerá.


Recuérdalo: Llegado el momento hasta los puntos suspensivos y las comillas sabrán de lo nuestro, y probablemente se hagan eco de mil rumores infundados.





P.D.: Deja de nublarte... te lo ruego...

27.9.05

sobre el nido del cuco

La escala es relativa según los ojos del que mira, el tamaño de lo observado y la cantidad de piedras lisas que acumules en los lagrimales;



Hojas inmensas, amenazadoras, selváticas y agresivas creciendo hacia el cielo blanco immaculado. Carrera de relevos del que no corre vuela entre gimnastas verdes. Respiración agitada con olor a clorofila, y los agudos gritos de la fotosíntesis a pleno rendimiento. Y a falta de brazos dejaremos que los tallos se mezcan con la brisa.



O quizás una casita construída con diminutos troncos sacados de un bosque enano, como de ensueño: robles, encinas y alcornoques, cuidados en rincones secretos por los dioses de las pequeñas cosas. Bonsáis del olvido y el silencio. Testigos mudos de que si un árbol cae y no hay nadie para oirlo, será el silbido del aire el que se lamente por su ausencia. "¿Ruido? Para qué...", se preguntarían las ramas del techo, abrazandose entre ellas con la tristeza característica de los sauces llorones.



Cuando el Sol ilumine la escena y el necio se sorprenda a si mismo observándose las palmas de las manos, la aritmética más básica os mostrará que en esto de las sumas y las restas el llevarte una no te da derecho a contar veinte.



Eso solo sucede en el parchís.





Para a* por leerme.

9.9.05

train

Y aquí estamos de nuevo, con el mismo equipaje que la última vez. Soportando en este gris andén las miradas cansadas de otros viajeros. Te observan de la misma manera, fotocopias unos de otros, ojos negros y vacíos que miran pero no ven, y caras de perplejidad como si todo fuera nuevo. Qué asco.



(se oye venir un tren por tu vía. Atento...)



Como siempre haces antes de viajar... compruebas tus enseres. Sí, parece que está todo: la mochila, la bolsa de mano, las gafas, el corazón, la cámara de fotos, la sonrisa estúpida de las partidas de póquer (las que siempre pierdes, acuérdate) y ese flyer de una fiesta a la que no fuiste. Es curioso que por más que tu rumbo cambie pocas cosas de este bagaje hayan cambiado... quizás solamente las gafas, que ahora son más opacas.



"¿Y si me equivoco?". Ésta es la pregunta que te haces. Al fin y al cabo has llegado a donde estás mediante una serie de viajes desafortunados. Comenzaste hace mucho, sin nada que perder, y quizás por eso pensaste que el Destino estaba de vacaciones. Pero el muy hijo de puta siempre hace horas extra por ti. Y aquí estás, preguntándote si esta vez te dejarás algo en el vagón. La última vez unos viajeros muy simpáticos tuvieron que avisarte de que se te olvidaba el brillo de las miradas y el hoyuelo de la simpatía.



(entra el tren en el andén... la megafonía no funciona, y el tren no lleva indicaciones...)



Ya está, es la hora. Coges todas tus cosas en mano, y mientras te dirijes a los vagones de la zona media cruzas tu mirada con la del conductor, que enseguida desaparece en el fondo de su cabina. Respiras hondo...



Y subes, y buscas un sitio libre, y te sientas, y dejas tus cosas en el suelo y en el asiento de al lado, y miras a tu alrededor para comprobar quién más viaja contigo, pero no hay nadie, y sabes que eso da igual, porque lo importante es que tu hayas cogido el tren, y miras por la ventana, y te compadeces de lo que ves.



Ahí siguen todos... seres cobardes que ante la duda y el temor a equivocarse, seguirán esperando inmóbiles a algo que los haga reaccionar. Miradas vacuas que te siguen incluso cuando el tren ya ha comenzado a moverse.



Lentamente... comienzas a dormirte, sin saber cuan largo sera el trayecto. Sí, quizás este no fuera el tren correcto...



¿Y qué? Al menos tienes sangre.





Para A, que hace mucho, muchiiisimo tiempo... me transformó en lo que soy. Jamás mereciste lo que te dí...

27.8.05

naranja, o del amor (V)

Se acercará de nuevo, sigilosa, hasta el borde de la cama.


Volverá a apropiarse de tu oído lentamente. Y entre páginas de sueño surgirá un desvelo leve. El suficiente para que sepas que es su aliento el que notas. Y sonreirás como sólo ella sabe hacerte sonreir, aún dormido.


Luego te tocará un hombro y sin necesidad de que diga nada, tu entenderás lo que ella dice. El dulce cosquilleo de las yemas de sus dedos, el baile lento de su mirada recorriendo las nubes de tu espalda. Notarás sus ojos mientras cavan nidos de recuerdos en su mente, y en los cuales se acomodará tu cuerpo sin necesidad de calzadores ni prisas.


Y serás capaz de escribir todo esto aunque no te estuviera pasando, ni jamás te hubiera pasado. Mirarás por la ventana hacia el cielo naranja que ya es un clásico en tu retina, y le dirás a las aristas de tu horizonte personal que no por ser más lisas se harán entender más rápido. Sigur Rós sabe ser más insistente que nadie y estoy seguro que en ese preciso instante oirás la voz triste, y se removerá algo en tu interior.


Como tantas otras veces.


La encontarás, y ella lo sabe. De alguna manera está esperando a que se entrelacen los dos hilos que otrora eran uno, y que se desenebraron hace una eternidad o dos. Qué más dará el tiempo intermedio.


Yo te digo, querido amigo, que las sonrisas que ahora guardas y las penas que ahora te arrastran saldrán a flote. Y recordarás una y otra vez, rebobinando la película de tu vida, una nueva noche color naranja. Extraña como todas, diferente a todas, y a su manera, un fotograma más en un montaje sin director, sin guión y con un actor principal que, como tú y yo sabemos, tiene mucho más que dar de lo que se empeñan en recibir. Y tras esto... olvidarás definitivamente el yo a ella y el ella a él de los títulos de crédito.

18.8.05

aquel color

Siempre con esa confianza que el repiqueteo del agua te infunde, dejas casi caer tu cuerpo sobre la silla. Un cuerpo cansado, demacrado y marchito, tras muchas horas de caminar, saltar y bailar en unas fiestas que no son las tuyas.


¿Recuerdas aquella película, la que hablaba de cielos color vainilla? Rembrandt nunca tuvo nada que ver en ello. Tan sólo los juegos de luces y sombras que otrora fueron blancas y rosas, y que aparecen ahora con tonalidades naranjas, grises y negras. Tristes como arena de playa con restos de alquitrán y sal.


Puedes oir la lluvia cayendo mansamente sobre todas las superficies, y distinguir de entre ellas los sonidos que producen: gotas chocando contra el plástico... contra la madera de un cobertizo... contra las hojas de los plataneros... contra las viejas vigas que nunca nadie quitó... e incluso te acaban recordando que el andamio de las obras aún sigue ahí, olvidado por unos obreros que tuvieron más prisa en ir de vacaciones que en acabar lo que empezaron.


Cierras los ojos en un ejercicio de aplacamiento del mundo exterior. Este gesto siempre ha tenido la maravillosa propiedad de calmarte, de alejar todo y a todos de ti mismo por unos instantes, como si la luz que incide en tus pupilas fuera la portadora de sus esencias, de aquel "yo" que los define, y que muchas veces desearías que más que un "yo" fuera un "tú".


Y tras ese cerrar de ojos sonríes, puesto que en el mundo solo quedan esas gotas, ese cielo, esa barandilla, y tú mismo.


Autismo de bolsillo para noches etílicas de corto alcance, soledad de escaparate en las tiendas abiertas veinticuatro horas, trescientos sesenta y cinco dias al año, pero que durante diez minutos cerraron.


¡Ah, se me olvidaba! Sigur Rós te envía recuerdos. Dice que no olvides aquello...





para s, aunque dudo que lo leas.

3.7.05

*

Se despertó entre nubes heladas, sorprendido ante la escarcha que tenía en el pelo. Al incorporarse en la cama fue consciente de haber perdido toda la sangre, convertida ahora en té frío. Un líquido cruel y extraño, este té, pues no dejaba de golpearle la parte interna del cráneo, clamando por salir y manchar la bisectriz de todos los corazones.

Se vistió como pudo, traje de los domingos convertido en charco de estados de ánimo. Los pantalones y la camiseta no eran más que amarillo triste, gritándose entre ellos que el gris se lleva dentro, y que el coral no tiene nada que ver en esto.


No miró por la ventana, puesto que estaba ciego por culpa de las ecuaciones de segundo grado, y de sus dos incógnitas. Así que se fijó solamente en las motas de polvo, en las gotas secas y en los restos de cemento de las obras del balcón. Cenefas sin patrón calculable jugando a retorcerse hasta que alguien las limpie. Vida triste y breve la suya.


Caminó por el pasillo abrazando eses, lanzando miradas a la hiedra que crece en los marcos de las puertas, esa hiedra que siempre nace cuando el día anterior bebimos demasiado. Se le enredó un poco en las piernas y en los brazos hasta casi hacerle caer, pero una mirada triste bastó para hacerla retroceder.


Desde su habitación le cantaba Maga, hablando de silbidos tímidos y cristales pequeños, con esa voz dulce y ese acento neutro de Miguel Rivera, que mienten sobre una sevilla de haches sonoras y eses con forma de cetas.


Pero el no los estaba escuchando, porque ya estaba delante del espejo;


*** Al mirarse fíjamente su reflejo le pintó un corazón verde en un hombro, echándole el aliento para que se secara de manera permanente. Parpadeó dos veces y el dibujo desapareció dejando un hueco color carne de esferas muertas.


Y justo en el momento en que el reproductor de música de su ordenador le comenzó a cantar Astrolabios, fue consciente de lo que tenía en la mano. La mantuvo, abierta, mientras se veía a sí mismo sonriéndole a las ironías, a la pasta de dientes y a las toallas de colores.


Y le cantó a su imagen:



* Un asterisco en la palma de mi mano
una acotación de tu puño y letra *

30.5.05

del amor (IV)

Imáginate que el tiempo se detiene de repente, y que todo lo que te rodea queda suspendido en el aire o inmóbil en su sitio, como en unos malos efectos especiales de película de ciencia ficción. En el mismo instante en que todo esto empieza, el pulso se acelera; notas ese cosquilleo en las muñecas, manadas de hormigas que bajan hasta la palma de tu mano, como enloquecidas por el palito de un niño en la entrada de su hormiguero.


Notas que la válvula que bombea sangre a todo el cuerpo aumenta el ritmo; la sangre llega más rápido a todas partes. El cerebro queda embotado, la piel te palpita y la respiración pierde el compás, imitando al pobre músico de banda que ayer no debió salir de copas.


Las glándulas de sudor que cubren toda tu piel entran en alerta. El vello se eriza a lo largo del brazo, campo de espigas mecido por una brisa cálida. Imagina también que tus rodillas dejan de funcionar, y la suerte que has tenido de estar sentado en este momento. Las mejillas se notan más tensas, cálidas, y te preguntas si habrás enrojecido y si los que te rodean se habrán dado cuenta.


En ese instante es cuando me reconoces entre la gente, me sonríes y te acercas, nos saludamos, y tu boca y la mía se hablan, y tu mirada y la mía se besan.

19.5.05

deriva

Si lo analizas, todo son inercias. Del impulso original nace ese movimiento perpetuo, convertido en sino o convertido en elección, dependiendo de tu fuerza de voluntad, de tus anhelos y de tus ganas de cambiar el mundo. Pero a todos nos pasa.


Ahora te despiertas y la luz que entra por la ventana es quizás algo más pura. Notas como se desliza sobre tu mano mientras tecleas, y te dice que quizás las elecciones están siendo las correctas, y que con algo de suerte Dios se habrá ido a jugar al póquer al universo de al lado.


Mientras mi estado de ánimo sea agridulce, mientras la tristeza aun tenga cabida y la melancolía me arrastre a ratos, seguiré creyendo en esas inercias. Y si una de ellas me sonríe, quizás bajemos juntos al bar de la esquina, a que me cuente historias sobre civilizaciones perdidas e icebergs a la deriva.


Únicamente entonces podré estar seguro del color de mis sentimientos.

25.3.05

del amor (III)

Me he sentado delante del ordenador con el corazón en un puño, derramando sentir por entre los huecos de los dedos. Pretendía escribir sobre la lluvia. Y cuando llevaba unas lineas lo he borrado.


Más tarde he vuelto a poner mis dedos sobre el teclado y he intentando escribir sobre las almas. Pero todo lo que sobre ellas puedo decir permanece distante, y no es nada que no se haya dicho ya susurrando entre las hojas.


Te acercas y te alejas, y cada vez que lo haces siento como el esquema que tengo de ti se desploma. Nunca sigues la misma pauta. Eres una especie de borrador de lo que yo quisiera que hubieras sido, o lo que yo querría que fueras. Juegas, altanera, a reirte de mis pasos.


No haces más que sujetarme la muñeca cuando he conseguido enderezarme. Me incorporo de la cama y me arrastras de nuevo hacia abajo, hacia ese sitio seguro en el que permaneces más real que en ninguna otra parte. Siempre que pienso en ti te descubro mirándome desde la esquina, o desde la otra punta de la habitación, apoyada en la pared y con esa sonrisa de la que ya hemos hablado.


Pero siempre intangible.


No se si lo sabes, pero cada vez que te escribo te regalo una parte de mí que siempre había guardado dentro. No creas que no siento el hecho de conocerte como te conozco. Si no fuera así, firmaría mil pactos para que nuestros caminos dejaran de ser hebras de oro entrelazadas, y se convirtieran por fin en una fina cadena de plata y lágrimas.


Y tan pronto como te quiero te odio. Algún día te pondré cara, ojos y cuerpo, y dejarás de ser un conjunto de retazos sacados de mi mente.


Hasta entonces, pues.

25.2.05

what do you want from me?

There is one thing. That I would die for.
It's when you say. My life is in your hands.
When you're near me. Your love is all I need.
Now I can't imagine.
What do you want from me?
It's not how it used to be.
You've taken my life away
Ruining everything.

Canciones que acarician vidas y te recuerdan lo que una vez fue, no quisiste que fuera, y ahora quieres que haya sido...

Monaco - What Do You Want From Me?