Recuerdo verte desde donde yo estoy, hablando con otras personas y trabajando, sonriente y simpática. Y las ganas de que nos cruzaramos más a menudo, más cerca, más intensamente.
Y luego recuerdo mirarte en tu cama. Desnuda, templada al tacto, sexy, preciosa, con una fina película brillante, sudor con sabor dulce después de unas horas de sexo del bueno. Y recuerdo haber pensado en quedarme allí y comerte a besos, penetrarte de nuevo y hacerte mía hasta que de nuevo la luz tenue de la luna surgiera, y ni tu ni yo fueramos capaces de mover un sólo dedo. Y recuerdo la sensación de alegría.
También recuerdo los momentos en que me sorprendo a mí mismo queriéndote. Pensando en hipótesis escritas en amarillo miel. Recordando pasados y inventando futuros. Son instantes en que intento saber qué siento realmente, y en los que juego a perseguirme por las esquinas de mi mente...
Si alguna vez pensaste que era extraño no es más que por mi miedo a apostar todo mi dinero al quince rojo, y perder en un instante las pocas riquezas que llevo acumuladas. Odio las derrotas. Odio la tristeza.
Y lloro con los "seamos amigos" que me lanza la vida, que me golpean por la espalda y me hacen más viejo, sentimental y tonto que antes.
1 comentario:
me alegro de ke seas más tonto k antes ;p
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