7.3.07

No es mi ciudad

Abre los ojos a un techo viejo y gris. Se ha despertado con la música que la noche anterior dejó encendida en su ordenador. El random del reproductor de MP3 le trae notas tristes de un grupo que a apenas cinco segundos de distancia del sueño no consigue recordar.

Se acerca a mirar por la ventana. Más grises. Parece como si Londres tuviera la capacidad de ampliar el espectro de colores pero solamente para los grises. De la misma manera que la creencia popular dice que los esquimales tienen miles de nombres para designar la nieve.

Se toma su tiempo en la ducha. Con el agua lo más caliente que su cuerpo puede aguantar. Mira como el vaho se va formando en el espejo hasta que no le es posible atisbar su propio reflejo. Se masturba plácidamente pensando en el sueño que tuvo hace unos días.

Desayuna un simple vaso de leche fría. Lleva muy poco tiempo como para entender los English Breakfast. No es lo suyo. Algo que no le encaja, como tantas otras cosas en este país.

Se viste con lo primero que pilla. El ordenador sigue poniendo banda sonora triste a esta mañana de miércoles. Y la ventana sigue diciéndole a gritos que esto no es Sevilla, y que aquí los días de sol se cuentan doble.


Al salir a la calle, ve acercarse por la izquierda a una mujer con burka. Cómo de diferentes pueden ser las cosas en otro país. Y cómo de iguales a lo que no quisiera. Ve salir a Matt de su casa, tres puertas más hacia allá. Es la única persona de esta ciudad que no le ha tratado como un insecto. Es su compañero de trabajo en la única tienda de ropa donde ha podido encontrar trabajo. Gracias a él ha podido encontrar ese piso, en el cuál se deja casi tres cuartas partes de su mísero sueldo.

- Marta, are you okay? - le dice Matt al verla paralizada en la calle.
- Sure.. - le contesta ella.

Cruza su mirada con la mujer del burka, que ahora pasa, presurosa, por su lado.

Diferentes, pero iguales.