17.2.08

de caer y levantarse

Lo tercero que oye al volver en si es una especie de eco apagado de explosiones lejanas. Lo segundo que oye, una voz que por la mueca de la boca de la que surge se diría que suena a grito, pero que sus tímpanos en shock le impiden recibir como algo más que murmullos.

Lo primero que oye son sus propios quejidos tras el estallido de un mortero a unos metros de su cabeza.

Todo está borroso. La persona que le grita a escasos centímetros de su cara parece que podría ser su teniente, o quizás el sargento. No acaba de percibir del todo bien los colores y las formas, solamente intuye la chaqueta marrón pálido que han llevado durante toda su estancia en esta campaña en Egipto.

A lo lejos oye los gritos del ejercito nazi, quizás en retirada, quizás acabando de masacrar a los restos del batallón estadounidense. Tampoco importa. Por lo menos no ahora, o no hasta que tenga la certeza de que aun está de una sola pieza.

Poco a poco comienza a recuperar la visión y empieza a poder centrar la vista. Se mira las manos, sorprendido ante el hecho de conservar ambas, y se cuenta las piernas solo por si acaso. Le asaltan vagos recuerdos de compañeros volando en pedazos por la explosión de las granadas del enemigo, la sangre la carne y los fragmentos de hueso describiendo horrorosas parábolas y manchándolo todo de una manera irreal. Parece que no será su caso.

Humo, por todas partes. Edificios semiderruidos por el fuego de los aviones y los morteros mal dirigidos. Los agujeros de bala y la sangre salpicando aquí y alla todo lo que no está cubierto por polvo. Los restos de un jeep nazi humeando, un cadáver calcinado e irreconocible al volante, y de alguna manera cómica, aun portando la gorra correspondiente a su rango.

Sus tímpanos siguen destrozados, cosa que no impide a su teniente seguirle gritando. Le debe estar diciendo que se ponga a cubierto, o que se levante y siga pateando los culos de los Africa Korps que aún no haya huído.

"Caer y levantarse", se dice, casi creyendo por un instante que es capaz de componer un haiku con esa frase, y sin incluir la palabra "sangre" en él.

"Caer y levantarse", se dice, como todas las otras veces que los tiros pasaron demasiado cerca y te tiraste cuerpo a tierra para que no te dieran.

"Caer y levantarse", se repite una y otra vez, como cuando le dispararon en la pierna, o en el antebrazo, o en el pecho, y su fuerza de voluntad y no la de otro fue quien le salvó la vida milagrosamente.

"Caer y levantarse", murmura, nuevo mantra adquirido para contrarrestar la locura que lo rodea, y con ese pensamiento vuelve a ponerse en pie, posiblemente sordo de por vida, coge su fusil, y se parapeta detrás de las piedras de un pozo derruído, al lado de su teniente que insiste en seguir lanzándole ordenes que no puede oir.

"No quiero morir".

3.2.08

de ser o esperar

O no lo fuiste lo suficiente, o lo fuiste demasiado. O calculaste mal la distancia a la cual debías saltar, y demasiados metros separaban el ti del mi. O puede que el peso de las culpas de nuestras miradas fueran la losa que jamás conseguimos quitarnos de encima.

En todo caso voy a estar aquí, dejando la puerta abierta por si acaso quisieras mirar adentro al pasar por delante. Mirar es gratis, se dice, y hacerlo dentro de esta especie de nido es normal. En cierta manera.

Me voy a ir a dormir, no sin antes confesarte algo: me encanta jugar a escuchar tus pasos por el pasillo. Y creer que el ruido de esa puerta pueda significar algo más que lo evidente, o que el clop-clop de tus talones sea una especie de saludo suave que indique que esta noche (y no otra) será menos fría que las demás..


(de alguna manera, me odio por esto)