1.10.06

de porqué solo escribo cuando estoy triste

Y mientras analizo esa frase y busco cómo contestarla, siento como mis conexiones sinápticas me responden con voz queda. Me hablan de sinergias entre penas y momentos. Si me paro ni que sea un segundo y reflexiono, veo la respuesta escrita en grandes letras en la pantalla de mi mente: me doy cuenta de que plasmar mis momentos tristes no es más que una consecuencia lógica que se deriva de la inercia. Una especie de ola marina que, al llegar a donde tu estás, te arrastra suavemente hasta la orilla. Escribir sobre ello sería el equivalente a dejar que mi mano dibuje figuras sobre la estela del agua.

De alguna manera tiene que quedar constancia escrita del qué y del porqué, muchas veces disfrazado de historia triste, historia críptica o simple riego de palabras sobre el manto de hierba de la creatividad. Para que cuando en otro momento, en otro lugar, pueda tener acceso a lo que dejé escrito, sea consciente de que aunque lo más importante sea el “hacia dónde”, siempre existirá un “desde dónde”.

Y si mi memoria persistente me falla y las alegrías del presente me convierten en (más) confiado y optimista, siempre tendré un baremo, con día, fecha, y hora, para que recuerde que, en ocasiones, cualquier tiempo pasado no fue mejor.


Compartirlo con vosotros es lo mínimo que puedo hacer.



(Y cuan difícil ha sido no plantear lo escrito en tercera persona...)




Para j, por servirme de inspiración.