28.10.08

sobre la causalidad entre sábanas

De nuevo esto de levantarte de la cama cuando lo único que se huele es el silencio espeso de las horas largas.

Escribir, o más concretamente, dejar surgir lo que sea que quieres decir. Divagar, en el sentido estricto de la palabra, sobre sensaciones que tan solo puedes perfilar con los cuatro lápices de colores con los que te ha armado la vida.

Quizás lo único que me ha motivado a sentarme aquí sea esa quemazón de siempre, la que te hace sentir el tonto del pueblo, la de detrás de las orejas, la que me enrojece las mejillas y me provoca cosquilleos en el cogote. La que me indica que a ratos, cuando todo está en calma y dos y dos siempre dan cuatro, hay un error en la matriz de todo.

Y ese error me rodea como bruma, me zarandea, y me hace pensar en el futuro simple del verbo fallar, teniendo la certeza de que ya me sé de memoria cómo se conjuga el pretérito perfecto simple. Y lo único que hago es pensar en aquellas clases de filosofía en las que aprendí cosas sobre causalidades y certezas, y en cómo el aplicarlas a mi vida ha hecho que llegue a odiar a Hume por tener la razón de una manera tan sencilla.

Mi lista de defectos (interminable, desafiante, incisiva) estira de nuevo en dirección a la cama. Juntos entraremos en ese mundo onírico que separa una rutina de otra, un día de otro, una pena de otra, una alegría de otra.

Buenas noches.

17.10.08

not another zombie movie

No hace falta medir el tiempo en días u horas si puedo hacerlo en fotogramas. Y la película que conforman, una vez montados, es la película de tu vida.

¿Sabes? En algún momento del pasado sucedió algo remarcable: la guionista de tu film se fue de birras con los dados del destino. Y juntos, hablando de diálogos sin sentido y de frases refritas de películas de los sesenta, confeccionaron un texto que debo agradecerles. ¿El motivo? En alguna parte de esa película, de ese documental que a ratos se te antoja crudo, hay un actor novel con ganas de hacerlo bien y de ayudarte.

Déjate de "silencio se rueda". Déjate de maquillajes y de iluminaciones. Sonríe ante la cámara, pues (ironías de la vida) la que tienes delante está enfocando al revés ahora.

Abrázame en los "aquí y ahora" que vayamos improvisando. Disfrútalos como yo lo hago. Sin necesidad de usar dobles en las escenas difíciles ni en las de cama, saboreando cada travelling circular como un nuevo enfoque para cada secuencia que vayamos imaginando.

Y si al rodar la última escena, la del beso, notas esa tristeza agridulce.. no te apures. Cierra los ojos. Disfruta de la banda sonora y del fundido a negro. Saborea mis labios como yo saborearé los tuyos, y durante los títulos de crédito te susurraré al oído la Gran Verdad sobre las Cosas.

(que las películas bonitas siempre tienen secuelas, que las escenas del beso siempre se tienen que rodar más de una y más de dos veces, y que, por suerte para ti, tú puedes ser la mejor amiga de la guionista)


dedicado a s, mi directora favorita

8.10.08

de que hablo?

De los días en los que sientes que el puzzle sigue incompleto. De momentos crípticos en que crees que te conoces pero te engañas a ti mismo, y reaccionas lento y mal ante tus propios chistes negros. De leves sentimientos de pena surgidos de no sabes donde pero sabes bien porqué. De volver bajo la lluvia disfrutándola pero a la vez sufriéndola. De sujetar el móvil con la mano ahuecada, no sea que se caiga.

De todo eso hablo.

3.10.08

apología de un hasta luego

"Alejarse es de cobardes."

Esta idea, demasiado extendida y demasiado medieval, debería desaparecer de nuestras cabezas. El alejarse de algo o de alguien no debe entenderse como una negativa o como un feo, ni como una huída ni una despedida. Alejarse debe estar asociado a ganar algo tan valioso como el oro, la vida, el agua o los abrazos: alejarse te hace ganar perspectiva. Los kilómetros de separación mental y/o física entendidos como un "me voy y luego vengo" son totalmente necesarios. Lo que ahora nos hiere, visto desde lejos, recapacitando sobre ello, asimilándolo en pequeñas y sencillas partes, se convierte en algo entendible. O mira, quizás no lo sea, pero la perspectiva lo convierte en totalmente relativo. Y ese mirar(nos) desde fuera convierte el camino de vuelta en un obstáculo salvable.

"Afrontar es de valientes."

Sí, embiste. Carga con todas tus fuerzas. Capea el temporal que zozobra barcos y quiebra mástiles, armado con el paraguas de la ingenuidad y la torpeza. Y una vez hecho, corrige todo lo dicho en cursiva cuando en realidad iba entre comillas, y intenta convertir en minúsculas lo que ladraste a gritos. Afrontar es de valientes, como ir a la cabeza del pelotón al cruzar el río Vietcong lo era en su momento, o como poner aquella mina bajo aquel tanque lo fue en la Segunda Guerra Mundial. La valentía entendida como osadía, como arriesgar, creyendo que el "quien no llora no mama" será aplicable a todas las situaciones que la vida nos arroje.