30.1.09

cosquillas

La luz incide por la rendija de la puerta entreabierta. En el haz amarillo, en una especie de juego de prestidigitador enano, las motas de polvo aparecen durante unos instantes para desaparecer al abandonarlo.

Fuera hace frío. Más frío del que debería, en todo caso. Dentro, el calor y el olor a hogar acogedor lo impregnan todo. En las ventanas de la casa, sobretodo en aquellas que dan al patio interior, una fina película de escarcha dibuja formas fractales que harían las delicias de cualquier matemático.

Dudando aún, me acerco a la puerta y toco el pomo. Frío. El metal no engaña, es curioso. Da igual la época del año en que estés: cualquier superficie metálica te gritará, rabiosa al contacto, que la temperatura es la que es, al margen de estufas y ventiladores. Su frío es el frío, y su calor es el calor. Y este pomo, al contacto con las yemas de mis dedos, parece intentar advertirme de que fuera hay tres inviernos, uno encima de otro.

Cuento atrás, esta vez desde veinticinco, por aquello de ponerle un margen de tiempo al duro cambio de temperatura exterior. Aunque seamos sinceros: al llegar a tres bajaré medio decimal hasta llegar a uno, intentanto postergar el momento.

Llego al cero. Abro. Susurro la canción. El frío me golpea con fuerza. Salgo. Sonrío. Cosquillas.

Camino desnudo, como mínimo hasta mi vuelta.


dedicado a mi mismo, porque a ratos (especialmente los años bisiestos), me lo merezco.

14.1.09

un amanecer de un día que fue

El sol, ardiente, está por alcanzar su zénit a esas horas del mediodía.

Umma entorna los ojos intentando atisbar la otra orilla, pero los rayos del Sol le impiden ver nada, como si el dios Utu quisiera ponerle las cosas difíciles en la ardua tarea que aun le espera. "El ganado no se recoge sólo", han sido las palabras que ha usado su anciano tío esta misma mañana. Umma sabe que su tío no escatima las palabras, y lo que pudiera parecer una vaga insinuación ha sido en realidad un imperativo escondido. Y dicho y hecho, Umma ha cogido sus bártulos y el cántaro de agua fresca y se ha preparado para un difícil trayecto.

"Oh dioses, desearía no tener que cargar con estas tareas yo sólo", dice en voz alta mientras se seca el sudor de la frente, y el único testigo es un (por suerte) lejano y aburrido hipopótamo. Umma lo observa desde la barcaza y al virar hacia la orilla sigue controlándolo por el rabillo del ojo. Aun recuerda lo poco que quedó del destrozado cadáver de Abi.. pobre Abi. Valiente y necio sumados en una persona tan temeraria.. muchas ancianas lloraron en el barrio y depositaron flores en su tumba. No, él no correrá igual suerte.

Al llegar a la orilla salta hacia la arena en busca de alguna piedra a la que amarrar la barcaza. Mientras se apresura para dejarla le reza a Enlil para que sea benevolente y no sople, y para que el Tigris continúe tan manso como las últimas lunas.

De pronto, se oyen mugidos, y Umma teme por las vacas de su tío. El rebaño es muy pequeño, pero es lo único que su familia posee: si algo les sucediera morirían de hambre, los dioses no lo quieran. Así que se apresura a subir la orilla. "Cuanto antes termine, antes llegaré a casa", piensa.

El rebaño está bien. Las cuatro vacas famélicas han encontrado algo con lo que alimentarse, y su tío estará contento. Se gira, ahora ya más calmado, pensando que las horas de bordear el río serán como mínimo menos arduas en cuanto caiga la tarde. Y mientras se gira y contempla Larsa bajo el duro Sol del mediodía, canturrea las canciones de arrullo que recuerda de su madre.

"Hoy será un buen día", augura. Y a lo lejos el templo brilla en colores extrañamente imposibles.

mi mascota

- ¿Pero qué le ves de bueno?

- ¿Cómo dices? Si es genial...

- A mi no me gusta. Deshazte de ella!

- Serías capaz... abandonar así a un pobre animal. Dejar que muera de hambre en cualquier esquina, incapaz siquiera de buscarse la comida por sus propios medios. Acostumbrada como está a que le dé de comer en la mano nueces y bellotas... Sí, lo dices en serio. Todo este tiempo en el que ha estado a mi lado, buscándome para jugar cuando intuía que estaba triste. Todas estas noches en las que gracias a su compañía he podido restar horas y que se hicieran más cortas. Y ahora.. después de todo este tiempo.. ¿quieres que la mate?

- ...

- ¿Qué?

- Es un peluche.

- No cambies de tema.

13.1.09

nublado tirando a rancio

Y todo lo ves como borroso, y las conversaciones que has tenido se tornan en murmullos de ruido blanco tras el tapiz de tu memoria, y las cosas que has visto tenían un tinte diferente y se percibían de una manera más suave y frágil. Y la angustia te envolvía en cada gesto y la realidad jugaba a usarte de sparring desdentado y débil.

Y la experiencia no te ha gustado, ya que tú no la elegiste, pero sí quedará impresa en tu mente como un recuerdo que no querrás revivir, como un día archivado en el rincón más oscuro de la memoria, allí donde también guardas las telarañas y el sabor agridulce del pasado y los presentes.