Te he visto.
Ni aunque lo hubieras intentado a conciencia te hubiera sido imposible esconderte. Irradiabas.
Y yo, mudo, he vuelto a pensar en pedestales y templos que dedicarte, mientras esas escaleras automáticas me acercaban unos metros más a ti.
Al desaparecer tras los bordes de los edificios una parte muy profunda de mí lo ha hecho contigo.
Como mínimo hasta la próxima luna.