4.7.08

una mañana de no domingo

Cuando abre los ojos lo primero que percibe es la luz: intensa y brillante, lo envuelve todo, en el equivalente óptico a hacer sonar un badajo y despertar con su sonido a todo el vecindario. Le hiere los ojos, poco acostumbrados, y cuyo único recuerdo de luz son las luces verdes de aquella discoteca.

Su mente tarda unos veinte segundos en saber cuál fue. Será la resaca, se dice el chaval. O será que recordar lo de ayer es un poco abrir algunas rendijas de ventanas cerradas a cal y canto.

Se levanta, se pone los primeros pantalones que encuentra, y se medio arrastra por el pasillo. Al llegar al baño, se mira durante unos minutos en el espejo, con el mismo ritual de siempre. Ouch, un arañazo en el brazo. Y sonríe, se acuerda de cuando estuvieron bromeando empujándose, y supone que la marca proviene de eso. Luego, lentamente, abre la boca y se examina la lengua. Efectivamente, no parece una lengua, sino un zapato. Puto alcohol, se repite, como si convencerse de eso impidiera futuras borracheras.

Sale al balcón y respira hondo. Sol. Aire. Y en el iTunes de su ordenador suenan The Smashing Pumpkins.

Vaya, se dice, al final resultará que incluso las mañanas de no domingo tienen su qué.


(y aunque le entristece recordar esto y lo otro, se dice que hoy será un buen día)

2 comentarios:

Haldar dijo...

amigo, te deje un premio en mi blog...

abrazos fuertes

Diane Hope dijo...

...de cuando el optimismo saca sus orejitas de conejo entre ramas de sol y frutos rojos que huelen a buenas canciones.