24.8.16

fotografía de un hipo

Ahí vuelve de nuevo. La inspiración, esa invitada que uno debería estar contento de recibir pero que en mi caso siempre trae tormenta bajo en brazo. Fuera llueven horas muertas y silencios ahogados, fruto de ese tiempo que existe solo como interludio entre días demasiado iguales y planos, o bien como pasto para pies de borrachos. Y es en estos momentos en los que el compás de mi cerebro decide a veces despertar y me obliga a entrar aquí a releer esta historia agridulce de subidas y bajadas que es mi diario. Vosotros no lo sabéis, pero cada texto es una fotografía de un hipo que no se quita con sustos baratos. Y cuando entro y lo leo recuerdo aquello que lo produjo y maldigo el origen y el final.

Es difícil ser capaz de hacer introspección cuando sientes que una parte de ti sigue buscando una pieza del puzzle que no es que no encaje, es que se perdió bajo el sofá de la monotonía y el desengaño. Me pregunto si sería capaz de reconocerme de encontrar ese retazo. Si sería posible que al mirarme en el espejo no viera ese hueco que me ha dejado erosionado, si no se verían los bordes de la herida que la pena hs convertido en cicatriz de cartón.

Siento la vida como un laberinto en el que decisión tras decisión acabo tomando lo que creo son atajos cuando en realidad son charcos de fango y trabanquetas. Como un libro de "Elige tu propia aventura" en el que salto de páginas y siempre me aparece el mensaje de FIN sin que tenga la sensación de haber podido elegir mas que el color de mis cordones o la música que me acompaña. Y los libros que me rodean tienen mejores páginas, y las mías amarillean y se acaban rompiendo de tanto pasarlas y pasarlas. El poder de elección de una mota de polvo llevada por la lluvia.

Me deslizo de nuevo en brazos de la noche, que en este tiempo de confesiones ya ha tenido tiempo de esconderse y sumar uno al contador de paraguas rotos de tan solo intentar cogerlos por el mango. Besos. Hasta la próxima foto.

10.1.16

de lo que sea, pero temporal (o de como borrar lineas trazadas con tiza)

Él no entiende de imperativos. Ni de pasados imperfectos. Solo sabe de futuros simples construídos en vías bien asfaltadas. Lo suyo nunca fueron los adoquines, aunque podría escribir durante lustros sobre su origen y composición. Él ama las lineas rectas tras una vida llena de elipses, curvas y parábolas recurrentes. Él está seguro de hasta dónde puede pisar el acelerador aunque odia pisar el freno.

"Me has conocido en un momento extraño de mi vida" como una filosofía estricta y cómoda con la que pasar por este mundo. Y la pesadumbre que otorga esa sensación de "esto ya lo he vivido" y de sentirse muy idiota, mucho, muchísimo, por pensar que todo puede ser diferente.

Y todo es temporal.

2.12.15

Daughter - Youth

Sombras y ecos. Parece que todo se reduce a eso: los espacios que quedan vacíos en uno de los lados del armario. El hueco con la forma de una cabeza en la almohada, que duele cuando la miras de reojo desde la otra punta del abismo de la cama. La camiseta encontrada, mal doblada, en el fondo de un cajón donde hubieras jurado que no había nada. El sabor amargo de despedidas mal entendidas y la confusión y la resaca agridulce que surge de palabras que tan solo rellenan espacios entre lo que tu decías y lo que decía yo.

Guitarras, voces y ecos en loop, hablando sobre todo eso y más. Melancolía y sillas vacías donde antes había sonrisas silenciosas y momentos compartidos.

Maldita sea. Canciones que resuenan en mi cabeza, parte 52435.


1.8.15

el camino del paria.

La tormenta me impulsa a levantarme y a escribir con la fuerza de un tsunami de dolor. Y sentado delante del ordenador vuelvo a acariciar las esquinas de la pena, y vuelvo a echar de menos las inercias y las rutinas que sumadas me hacían un poco más yo. Y busco las piezas del puzzle de la persona que era ayer y paso los días cada vez más convencido de que la última está perdida debajo del sofá del amor propio. He viajado a lugares que jamás debería haber pisado y creo que he olvidado mi lengua materna. Y ahora balbuceo cuando intento describir hasta las cosas más simples. Y dudo cuando intento encontrar el camino de miguitas de pan que dejé hace mucho, mucho tiempo, en el rincón de pensar de dentro de mi craneo. Quizás ese rastro nunca estuvo ahí. Quizás olvidé abrir el paraguas que paraba las dagas. Quizás las piedras del camino me hacen tropezar más que antaño. Quizás los cordones de mis zapatos son más largos y están más enredados de lo que pensaba.

Y mientras los quizás se me acumulan en la vetusta mochila de las experiencias recorro una vez más el camino de subida.

Sigur Rós - Sæglópur (en loop, como toda la música de romperse por dentro)

3.7.15

deriva

Me desplazo en perpendiculares que cortan en puntos que no tenía calculados. Mi pena es tal que ni unos brazos de gigante a abarcarla llegan. Siento los aromas de lo que podía haber sido y no he podido alcanzar.

Soy un imbécil que jugó a intentar ser feliz y fracasó a media zancada. Y nada de esto parece real.

21.6.14

historia de un todo para nada

Esa sensación de estirar el brazo y estar a punto de sujetar y no alcanzar. Esa angustia de peros no solventados, de vacío en el corazón y de posibilidades rotas. Ese momento en que las lineas paralelas parece que se separan y no hay nada que puedas decir o hacer para convertirlas en tangentes. Ese malestar en la boca del estómago y esa tristeza pesada, amarga, que brota de las partes más profundas de tu ser triste que creíste que no saldría jamás. Esos montoncitos de arena que juntaste con diligencia, uno tras otro, para crear castillos que el agua no pudiera arrastrar y que más que de arena parecen hechos de naipes.

Todo para nada?

15.4.14

una breve descripción de lo que (más) me gusta de ti

Tu mirada color gris, y azul y verde, que hace arder témpanos de hielo y congela de emoción el corazón ardiendo. Tus mejillas, que me guían hacia un cuello que se me antoja el recodo cóncavo donde podría pasarme horas, tan solo respirando. Tu sonrisa, que brilla con la fuerza de diez soles y me hace querer ser tu planeta, en órbita de veinticuatro horas girando a tu alrededor. Tus labios, su sabor, su textura y todo lo que me dicen sin decir, en besos que son un idioma nuevo que jamás hubiera pensado que sonaba así. Tu piel, cada centímetro de ella, cada pequeña parcela pintada y sin pintar que anuncia una suavidad, un tacto, un sabor, que degustaría sin cesar por toda la eternidad. Tus caricias, tus mimos, que consiguen transformar mis momentos amargos en cenizas que arden y el viento se lleva. 

¿Sabes qué me vuelve loco de ti?


Tú.



Para C, porque para mí es mucho más de lo que piensa

8.1.14

intocable.

Secuencias en blanco y negro. Figuras inertes y a la vez borrosas de tanto movimiento. Sentimientos que se plasman en una exquisita unión de fotogramas, y que dan lugar a una gran obra de arte. Las lágrimas que derramas son la rúbrica que indica que sí, que merecía la pena trasnochar un poco más y terminar de ver esta increíble película, y que sí, que siguen habiendo detalles en el mundo que indican que no todo está perdido.

Si no la habéis visto, ya estáis tardando.

8.9.13

el miedo.

Dardos tranquilizantes lanzados con una cerbatana y con mucha destreza, directos al corazón. Brazos de zombie de película de serie B, de bajo presupuesto y peores efectos especiales, que surgen de una tumba de cartón piedra y sujetan de los tobillos a la guapa de la película. Ese momento en que terminas tu examen y empiezas a alzarte, y te paras justo al darte cuenta de las miradas de reojo y de que eres el primero y el único que está a punto de entregarlo. Ese ahogo en seco, esa parálisis ante una puerta oscura que la parte racional de tu cerebro quiere cruzar, y la parte irracional lo único que quiere es estar de copas en el bar de siempre con los amigos.

Pero la protagonista siempre vive. Y los exámenes se pueden repetir y aprobar. Y las puertas se pueden cruzar. Y no hay dardos que puedan parar a los valientes.

7.9.13

aproximaciones a un jazz (d)escrito.

Una tormenta, con agua cayendo tan furiosa que vibra en todas direcciones, incluso en horizontal. Platos rotos grabados a cámara lenta, cien fotogramas en un latido de corazón. Un grito que rasga en dos el lienzo de un silencio en la más profunda calma. Una carrera a oscuras en mitad de la noche, y tu propia respiración y la de tu oponente son lo único que te guía en un plano de sombras mudas. Rabia contenida durante siglos, eones, desmesurada, colándose por las rendijas de una persiana a medio abrir en una ciudad perdida, y que dejas salir hasta quedarte vacío. Lo que queda de tus pisadas en la arena cuando has recorrido unos metros y las olas han pasado tras de ti, borrando tu rastro como los recuerdos de aquella noche con mucho alcohol y poca mesura.

La calma de un amanecer con alguien que respira a tu compás. Y que te besa en el cuello. Y el jazz se acaba.