28.1.08

ladrillos

Desde el momento en que me los diste hice una lista mental de tres cosas que construir con ellos.

- Una casa dulce: Ácida, pequeña, rosa, en la que meter dentro (cuando se me amontonen) las amarguras que me atormenten. Quiero creer que al verse atrapadas entre tanta chuchería se ablandarán un poco y me dejarán ir.

- Un muro azucarado: Con él podría parar las puyas de la vida, los noes que yo mismo me digo y las collejas del destino. O como mínimo, ablandarlas lo suficiente para poder sobrellevarlo.

- Una cueva rosa: Y encerrarme en ella y creer en los cuentos de hadas, en los finales felices, en Papa Noel y en los reyes magos, en los dioses del fuego, del agua, de la madera y de las pequeñas cosas; creer en que la gente es buena y en que si alguien encuentra un disco duro olvidado encima de una taquilla de un vestuario te lo devolverá simplemente porque es lo correcto.


Mientras decido cual de las tres opciones me convence más, pasaré mis ratos libres cogiendo algún que otro ladrillo de esta inmensa bolsa. Y a cada mordisco sonreiré un poco más.


Detalles como este no hacen más que demostrar que uno puede seguir teniendo fe en la especie humana, y que aun existen personas que actuan según impulsos que otros considerarían extintos.

Yo solamente puedo decir: gracias.




dedicado a m, la aparejadora.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

després d'això, segur que n'està contenta.

Anónimo dijo...

tonto :)

mereció la pena por verte levantar el brazo rollo triunfo después del primer bocado.

espero que un día me cuentes lo feliz con todas las letras que eres.

de corazón.