Él sale lentamente y cierra tras de si sin hacer ruido alguno. De nuevo ha sembrado la muerte. No es justo, piensa. Malgasta sus horas, sus días, matando a sangre fría a gente que no conoce ni conocerá. Y todo para ganar dos puñados de dólares.
Enciende un pitillo y la oscuridad en que estaba sumido el pasillo retrocede al instante. Y apoyado en esa húmeda pared, llena de desconchados y luces rotas, medita sobre sí mismo.
Lo que él decía. Siempre la misma mierda.
Las caladas del cigarro van al compás de sus pensamientos tristes. Y por enésima vez desde que se metió en esto imagina su vida como una sucesión de errores y tristezas.
La ve pasar ante él como una película antigua. No una de aquellas que hicieron del cine una grandeza, sino una de las primeras. Las que aun mostrando una historia no tenian sentido. Como todo.
Discusiones de vecinos surgen desde las diferentes puertas. Sonidos de cacerolas y olor a refrito, señal segura de alguien cocinando. En una televisión lejana acierta a reconocer una película de acción. Una de esas en que muere mucha gente pero nadie sangra, y los malvados hablan mucho y sonrien poco. Pero en la realidad, lo unico que uno ve es la sangre. Manchándolo todo.
Y la vida sigue.
Baja la escalera con un arrastrar de pies, como si aparte de su cuerpo también arrastraran el peso de sus tristezas.
En el rellano del primer piso coincide con un niño que juega con una consola portátil. Recuerda su infancia, y sonríe al recordar lo que experimentó aquella primera vez, hace muchos años, en que mató a un ser vivo. Y la sensación de poder que le embargó.
El chaval alza la vista y sonrie como una burla. Y él se imagina acuchillandolo, una y otra vez, llenando las paredes con la sangre de ese chaval, castigándolo con saña. Pero no hace nada de eso, y sale a la calle.
Mira el cielo. Demasiado gris.
Se ajusta el abrigo y comprueba la navaja en su manga izquierda. La vida sigue. Joder.
Por el rabillo del ojo ve acercarse a un hombre con muy mala pinta. Y sabe por experiencia que si se acerca más no resultará ser casualidad, y será alguien contratado para ir contra él.
Y cuando el hombre le dirige una fea y torcida sonrisa él piensa: “Siempre la misma mierda.”
1 comentario:
Pero quien es el hombre de muy mala pinta con fea y torcida sonrisa? Es el mismo en los tres casos? Es otro? Me tienes intrigado con la misma mierda…
Un saludo tio!!!
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