23.1.10

sonrisa de papel

Esquiva y tímida. Vislumbrada con un guiño de ojo. Burla espontánea, que hace sonreír a todo el que mire hacia ese lado. Gracia, frescura, desparpajo, en un acto tan cotidiano como fuera de lugar a estas horas de la mañana.

El metro para y la magia se apaga por unos instantes. Un idioma extraño que provoca parpadeos de estupor. Una sonrisa cómplice y las mismas bromas que dos paradas antes. Sacar la lengua, reír, arrugar la nariz.

"La chica más bonita que jamás he visto sujetando un Martini", me digo. Pero no llevas un Martini, y jamás nos conoceremos, y yo sonrío porque me has gustado durante diez minutos de trayecto, y tú sonríes, y tu sonrisa es de papel, y mi mirada es de cartón.

Me emociona ser consciente de que aún tengo ese músculo que late, justo cuando creía tener una piedra en el pecho. Es divertido, esto de sentir. Aunque sea durante unos minutos, y aunque sea una idiotez. Gracias, morena desconocida.

Me voy a dormir completa y profundamente satisfecho. Les dejo con la canción que me ha acompañado mientras escribía.

Sigur Rós - Njósnavelin (The Nothing Song)

21.1.10

el gato que ni estaba vivo ni estaba muerto

Comerte un caramelo Mentos de quien menos te lo esperas. Soportar de forma estoica situaciones a todas luces absurdas, con una sonrisa exterior y un puño cerrado en el interior, clamando por salir y desahogarse. Frío y calor y frío y calor, y sueño aderezándolo todo. Morderse los labios por desear lo que no se debe, tatuándote en la lengua un "ni se mira ni se toca", no vaya a ser que te dé por lanzar dardos a las dianas equivocadas. Volver a vicios que te llenan a ratos. Ver pasar las horas, una tras otra, en una fila india de aburrimiento y sopor. Ver que las cosas se arreglan y los rumbos torcidos siempre pueden enderezarse. Escuchar una y otra vez el último de French Teen Idol, y embriagarme con sus melodías. Leer uno de esos libros que parecen haber sido escritos para leerse una y otra vez. Llamada de alguien que era, y ahora no es, pero que sería divertido que fuera, porque fue. Pensar en comida japonesa y suspirar. Pensar en vacaciones y verlas lejos. Sentir el cosquilleo por la espalda que te avisa como un maldito reloj atómico con alarma de que es la hora de leer y dormir. Observar como la gente cae enferma y ser el único superviviente a la deriva. Planear con los brazos abiertos, sintiendo la brisa debajo de ti, sobre ideas, encuentros, posibilidades, certezas e improbabilidades. Acariciar al Gato de Schrödinger y dejarle que se acurruque sobre mí. Dormir.

19.1.10

Creo..

Vale, sí. Está mal volver a escribir tan sólo para citar un texto de otro. Pero he estado ojeando de nuevo American Gods y he recordado esta cita, una de las mejores que jamás he leído.

(Prometo escribir algo mío cuando encuentre la manera y la inspiración)

"Me puedo creer cosas ciertas, cosas falsas y cosas que nadie sabe si son ciertas o falsas. Puedo creer en Papá Noel y en el conejo de Pascua y en Marilyn Monroe y en los Beatles y en Elvis y en Mr. Ed. Mira, creo que las personas pueden alcanzar la perfección y que el conocimiento es infinito y que el mundo está dirigido por cárteles financieros secretos y que lo visitan periódicamente grupos de alienígenas, buenos, que parecen lémures arrugados, y malos, que mutilan el ganado y quieren apropiarse de nuestra agua y nuestras mujeres. Creo que el futuro nos aspira y creo que el futuro nos sacude y creo que un día la Mujer búfalo blanca volverá y nos dará a todos una patada en el culo. Creo que los hombres son sólo niños grandes con problemas de comunicación y que la decadencia del sexo en Estados Unidos coincide con la decadencia de los cines al aire libre por todos los estados. Creo que todos los políticos son unos cabrones sin principios y también creo que son mejores que la alternativa. Creo que California se va a hundir en el mar cuando venga el gran terremoto, mientras que Florida se disolverá en el caos, los cocodrilos y los vertidos tóxicos. Creo que el jabón antibacterias está acabando con nuestras resistencias a la porquería y la enfermedad hasta el punto de que un día seremos borrados de la tierra por el catarro común, igual que los marcianos en La Guerra de los Mundos. Creo que los mejores poetas del siglo pasado fueron Edith Sítweli y Don Marquis, que el jade es esperma de dragón seco y que hace miles de años, en una vida anterior, yo era una chamán siberiana manca. Creo que el destino de la humanidad está escrito en las estrellas. Creo que es verdad que los caramelos sabían mejor cuando era pequeña, que es aerodinámicamente imposible que los abejorros vuelen, que la luz es una onda y una partícula y que en algún lugar del mundo hay un gato en una caja que está vivo y muerto al mismo tiempo, pero que si nadie va pronto a abrir la caja y darle de comer acabará estando muerto de dos formas distintas, y creo que hay estrellas miles de millones de años más antiguas que el propio universo. Creo en un dios personal que me cuida y se preocupa y supervisa todo lo que hago. Creo en un dios impersonal que puso el universo en marcha, después se fue de juerga con sus novias y ni siquiera sabe que existo. Creo en un universo ateo creado al azar, como ruido de fondo y por pura casualidad. Creo que todos los que dicen que se da excesivo valor al sexo, simplemente nunca han echado un polvo en condiciones. Creo que los que dicen saber qué pasa también mienten sobre los detalles. Creo en la veracidad absoluta y en la necesidad social de mentiras piadosas. Creo en el derecho de elección de la mujer, en el derecho a la vida del bebé, en que toda vida humana es sagrada y en que la pena de muerte no está mal sí es posible otorgar una confianza implícita al sistema legal. Creo que la vida es un juego, que la vida es una broma cruel y que la vida también es lo que sucede cuando estás vivo y puedes tumbarte y disfrutar."


(Discurso de Samanta Cuervo Negro a Sombra. American Gods, de Neil Gaiman).

29.11.09

flashback

"Esto ya lo he vivido", grita en silencio. Y un cosquilleo le sube la espalda, siguiendo el compás de la música que escucha. Las manos le tiemblan un poco, los dedos esquivos, entumecidos, puede que debido a la falta de circulación de una sangre que funciona en estos momentos al ralentí, casi como el viejo coche heredado de segunda mano que nunca tuviste el valor de vender.

"Esto ya lo he vivido", y se nota dormido, cansado, ríos de adrenalina que salen de su cuerpo por los poros y que al contacto con el aire se evaporan: los nervios convertidos en vaho, las fuerzas convertidas en aire.

"Esto ya lo he vivido", se lamenta, y los huesos y la carne y la sangre y lo más profundo de su alma de idiota le recuerdan que él cree en destinos, pero que a la vez cree en ramificaciones. Extraña dualidad, en la que todo está escrito porque lo vamos escribiendo cuando elegimos. Y que algunas veces tiene elección, cuando en otras simplemente se deja llevar por la corriente que todo arrastra (corriente que, por otro lado, se lleva tanto los tatuajes hechos de recuerdos buenos como los souvenirs hechos de tragedias y nudos en el cuello).

"Esto ya lo he vivido". Y vuelve a encender la estufa para calentarse y darse ánimos.

(Canta, Jónsi, canta..)

11.9.09

escribir y buscar letras que no están ahí (aunque en realidad sí)

La llamada silenciosa resuena en los rincones de mi mente. Me dice que es la hora de romper en pedazos la piñata de las ideas en esta gran fiesta para sordos y ciegos.

Acaricio de nuevo las lisas superficies de la inspiración, confuso, lento, tanteando cada palabra y cada paso desde esta nueva perspectiva que no está guiada por la tristeza. Un pie detrás del otro, despacio, como el niño que acaba de empezar a andar pero es suficientemente cauto como para no intentar correr, sorprendido ante esta nueva habilidad que creía imposible. Pasito a pasito, fluyendo, encontrando de nuevo las palabras guiado por la banda sonora de los paisajes nevados islandeses. Y es entonces cuando soy yo.

- Háblame de esa letra.
- Es esquiva, tímida, silenciosa y espantadiza - me contestas. Enciendes un cigarro pausadamente, diría que con total premeditación, teatral, exagerada y descarada. Me miras.
- Haz el favor de ayudarme un poco - replico enfadado -. Ni te va ni te viene, ni pierdes ni ganas, así que te lo pido una vez más: ayúdame a encontrarla.

Me observas, muy seria, tu mirada un hierro al rojo vivo en el fondo del nervio óptico. Me remuevo inquieto en tu sillón. De repente soy consciente de cada arruga en él, de cada pliegue de la piel vieja. Casi puedo notar los muelles sumándose a la incomodidad de tus pequeños ojos fijos.

- Dame una razón - me dices, casi como desafiándome. Noto como tu barbilla se eleva en ese gesto universal de desdén, y me doy cuenta de cómo intentas golpearme con el martillo de la venganza en cómodos plazos.
- Hazlo por mi. Hazlo por ti. Hazlo por todas las historias que algún día te conté, por todas las que te importaron y todas las que atesoras como buenos recuerdos. Hazlo por el Sol y la lluvia y las estrellas. Hazlo por los corazones que laten y los nervios que no se sienten sino que se empuñan -. Hago una pausa para respirar. Las palabras salen a borbotones de mi garganta seca. Daría lo que fuera por un trago de agua, whisky o lejía. Mierda.

Ríes. Tu carcajada suena profunda en esta pequeña habitación.

- Has andado con ella por los últimos cinco minutos - me dices. Acto seguido te levantas y sales afuera, dejándome tan vació como la letra que a ratos me ocultas.

23.8.09

de mañanas y sonrisas.

Oh, no me jodas. Vuelves a hacerlo. A sonreir de gratis, a mirar la pantalla con ese medio-gesto de complicidad contigo mismo. Y todo encaja y cantas ese "la.. la la la.." de los domingos por la mañana. Y notas las cosquillas en la espalda, las cosquilla del todo va bien.

Y ves como se hace de día, la luz rozando esquinas y paredes, tornando los colores zafios en colores definidos, convirtiendo en valientes a los cristales tintados.

Todo al revés, sin ser yo, pero siéndolo del todo. Y como nana del día de hoy, Love Of Lesbian. Cómo no.



Plano fijo en claroscuro
y luego inmerso en mis delirios.
Te vigilo cuando duermes,
es tu hora de moverte.
Y todo lo que siempre nos marcaba,
fue encerrado en cien mil llaves.
Si lo escondimos en las dunas,
fue para no abrirlo, jamás.

Si al despertar, sin brumas ni presagios,
podemos aspirar a todo y nada.
Y al despertar, si lo hemos olvidado,
quizás no habrá final.

Y sin manera humana
de asombrarnos mutuamente,
sólo queda ser sensatos
y aceptar que siempre fuimos
satélites de amplia trayectoria,
tantas veces intangibles,
de aquellos que sólo alumbran
cuando dejas de buscar.

Y si al final, dormimos sin hablarlo,
no nos influirá de modo alguno.
Y al despertar, si lo hemos olvidado,
quizás no habrá final.

Y si al final ...

6.8.09

lo confieso

Si, lo confieso. Hoy fue un día de esos. En realidad una noche.

Nada más que decir porque hoy poco hay que espresar. Quizás la amarga pena del que saborea pero no engulle, el que paladea pero no llega a tragar, el que mira pero poco ve.

A dormir se ha dicho.

23.7.09

la avenida de los quisieras

Ayer noche, tumbado en la cama, volví a pasear por la avenida de los quisieras.

Todo surgió por culpa de la luz. Quizás sea una tontería, pero la coincidencia de sus colores con mi melancólico apodo en un blog en el que escribo, me hizo desvelarme a medias. Recuerdo que moviéndome un poco como en sueños alargué la mano hacia la rendija del balcón, sin saber muy bien el porqué del absurdo gesto. No se si me convencí de que podría coger esas nubes anaranjadas si me lo proponía, o si buscaba llegar hasta una perspectiva que en este justo instante veo mucho más que necesaria.

La vida se comporta como si yo fuera un borracho intentando enrollar una madeja de hilo. A ratos se deja, y veo el camino limpio y llano, veo el tiro directo a portería, veo el sendero marcado con luces de neón y carteles, una senda para tontos que acaba enviando al sr. azar y a la sra. suerte al bar de la esquina a por tabaco. Otras veces los dedos me fallan, la madeja a medio enrollar se me cae de las manos, y todo vuelve al punto de inicio. La única diferencia es que le sumo diez a mi contador de rabia y rencor y decido irme a por un tentempié antes de volver a repetir el proceso. "Quizás necesite beber más", me digo a mi mismo, intentanto autoconvencerme de que no he perdido el tiempo y de que los callos de las manos se me irán si los ignoro, y de que el tiempo perdido también puede ser borrado solo con concentrarme y cerrar los ojos. En otras ocasiones mis dedos ebrios cobran vida por si mismos y enmarañan la madeja. Y tonto de mi, de puro nervio y confusión, de sincero miedo y de honda desesperación, hundo los dedos más y más entre los hilos, buscando el "desde dónde" para intentar encontrar un "para qué". Y no hay manera.

Al cabo de un rato de alzar la mano, entrecerrar un ojo y jugar a atrapar las nubes anaranjadas, le di al botón mental de reinicio.

Y a bailar el bals de los ancestros, el de reirle a las tristezas y llorarle a las alegrías.

8.7.09

coincidencias

Sobre música, sobre astros, sobre opiniones, sobre sonrisas ocultas y sonrisas vistas. Coincidencias como telarañas que lo cubren todo, bañadas por ese matiz dulce que queda en la boca tras ese décimo beso de chicle que no has tenido que robar.

Coincidencias grandes y pequeñas, sorprendentes o evidentes, coincidencias de cámara oculta que buscas, como si algo no encajara o como si todo encajara de mejor manera de lo que debiera.


¿Y sabes qué banda sonora tiene?

3.7.09

AVE

El panel digital marca 35º fuera. Un calor que derrite, como el que ha hecho en Madrid estos tres días: tan sofocante que al respirarlo notabas como se arrastraba hasta los bronquios como si de papel de lija se tratara. En una broma graciosa y bastante póstuma, el GPS me indica que estamos en algun lado enmedio de la nada, cerca de La Almunia de Doña Godina, cerquita de Zaragoza. Un saludo, maestro Eugenio...

El paisaje fuera es la fotocopia de una fotocopia de un borrador de la españa profunda, la que escribes en minúsculas de tantas veces que has visto. Yerma, marrón y triste, paisaje marciano de no ser por esa vegetación que salpica avergonzada cada tantos metros.

El AVE mueve las cosas muy rápido. En este momento a 293Km/h. Puede que eso afecte de alguna manera a mis procesos cognitivos, al tránsito de ideas entre neuronas o a los partidos de tenis que se montan mis sentidos con mi cerebro. Vete tú a saber. La teoría, de hecho, es válida incluso aplicándola a los viajes en avión, momento en el cual también sería capaz de escribir libros a codazos.

Me pregunto quién mueve el guión y hace que sonría y me entristezca a partes iguales y alternativas tantas veces en tan poco espacio de tiempo. Y es que hoy han sido unas cuantas. Lo de hoy podría incluso verlo como una ensalada de sentimientos contrapuestos. Puedo visualizar la receta, contada por un chef barbudo y canoso en un programa de cocina de las tres de la tarde. Ver como sale ante la cámara y cuenta uno de esos chistes malos que a nadie interesan. “Ponga un manojo de nervios en el fondo de la ensaladera”, dice, y yo obedezco y así lo hago. Y me calmo un poco. “Coja su ambición y córtela en pedacitos”, y de nuevo hago lo que me dice y me hago algo más pequeño. Y así hasta que la larga lista de ingredientes acaba cortada, consumida, aderezada y servida.

Finalmente, el chef sirve el plato a otra persona, una reina de la telebasura que al probarlo, hace un comentario borde sobre lo insípido que ha quedado.

Y qué quieres, chica, si en algún momento del proceso se le perdió mi corazón entre los montones de verdura.


Supera esto. Vas a ser capaz. Presupongamos que vuelves al camino. Quizás sea verdad que, como el montar en bici, lo de sentir y querer no se olvida.

De momento... qué más da.