Esquiva y tímida. Vislumbrada con un guiño de ojo. Burla espontánea, que hace sonreír a todo el que mire hacia ese lado. Gracia, frescura, desparpajo, en un acto tan cotidiano como fuera de lugar a estas horas de la mañana.
El metro para y la magia se apaga por unos instantes. Un idioma extraño que provoca parpadeos de estupor. Una sonrisa cómplice y las mismas bromas que dos paradas antes. Sacar la lengua, reír, arrugar la nariz.
"La chica más bonita que jamás he visto sujetando un Martini", me digo. Pero no llevas un Martini, y jamás nos conoceremos, y yo sonrío porque me has gustado durante diez minutos de trayecto, y tú sonríes, y tu sonrisa es de papel, y mi mirada es de cartón.
Me emociona ser consciente de que aún tengo ese músculo que late, justo cuando creía tener una piedra en el pecho. Es divertido, esto de sentir. Aunque sea durante unos minutos, y aunque sea una idiotez. Gracias, morena desconocida.
Me voy a dormir completa y profundamente satisfecho. Les dejo con la canción que me ha acompañado mientras escribía.
Sigur Rós - Njósnavelin (The Nothing Song)
1 comentario:
Me gusto el tema...
Y tus palabras me dejaron pensando cuanta gente duda a la hora de sentir...o creemos que sentimos menos, cuando ocurre...QUE BUENO!! ese múscolo que nos devuelve el color a las mejillas...
Divino que te sucediera
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