21.1.10

el gato que ni estaba vivo ni estaba muerto

Comerte un caramelo Mentos de quien menos te lo esperas. Soportar de forma estoica situaciones a todas luces absurdas, con una sonrisa exterior y un puño cerrado en el interior, clamando por salir y desahogarse. Frío y calor y frío y calor, y sueño aderezándolo todo. Morderse los labios por desear lo que no se debe, tatuándote en la lengua un "ni se mira ni se toca", no vaya a ser que te dé por lanzar dardos a las dianas equivocadas. Volver a vicios que te llenan a ratos. Ver pasar las horas, una tras otra, en una fila india de aburrimiento y sopor. Ver que las cosas se arreglan y los rumbos torcidos siempre pueden enderezarse. Escuchar una y otra vez el último de French Teen Idol, y embriagarme con sus melodías. Leer uno de esos libros que parecen haber sido escritos para leerse una y otra vez. Llamada de alguien que era, y ahora no es, pero que sería divertido que fuera, porque fue. Pensar en comida japonesa y suspirar. Pensar en vacaciones y verlas lejos. Sentir el cosquilleo por la espalda que te avisa como un maldito reloj atómico con alarma de que es la hora de leer y dormir. Observar como la gente cae enferma y ser el único superviviente a la deriva. Planear con los brazos abiertos, sintiendo la brisa debajo de ti, sobre ideas, encuentros, posibilidades, certezas e improbabilidades. Acariciar al Gato de Schrödinger y dejarle que se acurruque sobre mí. Dormir.

1 comentario:

Gabriela dijo...

Te extrañaba...yo vengo, a ver si algo cambio, cuando no escribes...Y un día encuentro que algo si cambió, y adoro leernme en tus palabras, es mágico.
Gracias lindo!!!!!!

(esto especialmente "Morderse los labios por desear lo que no se debe, tatuándote en la lengua un "ni se mira ni se toca"...)

Y las palabras cruzan los mares para mi....