El panel digital marca 35º fuera. Un calor que derrite, como el que ha hecho en Madrid estos tres días: tan sofocante que al respirarlo notabas como se arrastraba hasta los bronquios como si de papel de lija se tratara. En una broma graciosa y bastante póstuma, el GPS me indica que estamos en algun lado enmedio de la nada, cerca de La Almunia de Doña Godina, cerquita de Zaragoza. Un saludo, maestro Eugenio...
El paisaje fuera es la fotocopia de una fotocopia de un borrador de la españa profunda, la que escribes en minúsculas de tantas veces que has visto. Yerma, marrón y triste, paisaje marciano de no ser por esa vegetación que salpica avergonzada cada tantos metros.
El AVE mueve las cosas muy rápido. En este momento a 293Km/h. Puede que eso afecte de alguna manera a mis procesos cognitivos, al tránsito de ideas entre neuronas o a los partidos de tenis que se montan mis sentidos con mi cerebro. Vete tú a saber. La teoría, de hecho, es válida incluso aplicándola a los viajes en avión, momento en el cual también sería capaz de escribir libros a codazos.
Me pregunto quién mueve el guión y hace que sonría y me entristezca a partes iguales y alternativas tantas veces en tan poco espacio de tiempo. Y es que hoy han sido unas cuantas. Lo de hoy podría incluso verlo como una ensalada de sentimientos contrapuestos. Puedo visualizar la receta, contada por un chef barbudo y canoso en un programa de cocina de las tres de la tarde. Ver como sale ante la cámara y cuenta uno de esos chistes malos que a nadie interesan. “Ponga un manojo de nervios en el fondo de la ensaladera”, dice, y yo obedezco y así lo hago. Y me calmo un poco. “Coja su ambición y córtela en pedacitos”, y de nuevo hago lo que me dice y me hago algo más pequeño. Y así hasta que la larga lista de ingredientes acaba cortada, consumida, aderezada y servida.
Finalmente, el chef sirve el plato a otra persona, una reina de la telebasura que al probarlo, hace un comentario borde sobre lo insípido que ha quedado.
Y qué quieres, chica, si en algún momento del proceso se le perdió mi corazón entre los montones de verdura.
Supera esto. Vas a ser capaz. Presupongamos que vuelves al camino. Quizás sea verdad que, como el montar en bici, lo de sentir y querer no se olvida.
De momento... qué más da.
2 comentarios:
uno encuentra tantos momentos en la vida en los que ha de repetirse lo de "supera esto", que al final la vida se convierte en una carrera de obstaculos de colinas escarpadas.
Pero no me queda la menor duda que lo superaras, y que esto te hara mas fuerte para tu proxima aventura.
Cómo me gusta eso de que mas da...
Justo esta noche que ciertamente todo fue perdiendo sentido tras unos ruidos sordos de disparos...
Me voy a dormir, mañana, ya vere...
Y espero que tu corazón no se haya perdido entre sin sabores....
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