14.1.09

un amanecer de un día que fue

El sol, ardiente, está por alcanzar su zénit a esas horas del mediodía.

Umma entorna los ojos intentando atisbar la otra orilla, pero los rayos del Sol le impiden ver nada, como si el dios Utu quisiera ponerle las cosas difíciles en la ardua tarea que aun le espera. "El ganado no se recoge sólo", han sido las palabras que ha usado su anciano tío esta misma mañana. Umma sabe que su tío no escatima las palabras, y lo que pudiera parecer una vaga insinuación ha sido en realidad un imperativo escondido. Y dicho y hecho, Umma ha cogido sus bártulos y el cántaro de agua fresca y se ha preparado para un difícil trayecto.

"Oh dioses, desearía no tener que cargar con estas tareas yo sólo", dice en voz alta mientras se seca el sudor de la frente, y el único testigo es un (por suerte) lejano y aburrido hipopótamo. Umma lo observa desde la barcaza y al virar hacia la orilla sigue controlándolo por el rabillo del ojo. Aun recuerda lo poco que quedó del destrozado cadáver de Abi.. pobre Abi. Valiente y necio sumados en una persona tan temeraria.. muchas ancianas lloraron en el barrio y depositaron flores en su tumba. No, él no correrá igual suerte.

Al llegar a la orilla salta hacia la arena en busca de alguna piedra a la que amarrar la barcaza. Mientras se apresura para dejarla le reza a Enlil para que sea benevolente y no sople, y para que el Tigris continúe tan manso como las últimas lunas.

De pronto, se oyen mugidos, y Umma teme por las vacas de su tío. El rebaño es muy pequeño, pero es lo único que su familia posee: si algo les sucediera morirían de hambre, los dioses no lo quieran. Así que se apresura a subir la orilla. "Cuanto antes termine, antes llegaré a casa", piensa.

El rebaño está bien. Las cuatro vacas famélicas han encontrado algo con lo que alimentarse, y su tío estará contento. Se gira, ahora ya más calmado, pensando que las horas de bordear el río serán como mínimo menos arduas en cuanto caiga la tarde. Y mientras se gira y contempla Larsa bajo el duro Sol del mediodía, canturrea las canciones de arrullo que recuerda de su madre.

"Hoy será un buen día", augura. Y a lo lejos el templo brilla en colores extrañamente imposibles.

1 comentario:

Deric dijo...

una dura vida...