28.10.08

sobre la causalidad entre sábanas

De nuevo esto de levantarte de la cama cuando lo único que se huele es el silencio espeso de las horas largas.

Escribir, o más concretamente, dejar surgir lo que sea que quieres decir. Divagar, en el sentido estricto de la palabra, sobre sensaciones que tan solo puedes perfilar con los cuatro lápices de colores con los que te ha armado la vida.

Quizás lo único que me ha motivado a sentarme aquí sea esa quemazón de siempre, la que te hace sentir el tonto del pueblo, la de detrás de las orejas, la que me enrojece las mejillas y me provoca cosquilleos en el cogote. La que me indica que a ratos, cuando todo está en calma y dos y dos siempre dan cuatro, hay un error en la matriz de todo.

Y ese error me rodea como bruma, me zarandea, y me hace pensar en el futuro simple del verbo fallar, teniendo la certeza de que ya me sé de memoria cómo se conjuga el pretérito perfecto simple. Y lo único que hago es pensar en aquellas clases de filosofía en las que aprendí cosas sobre causalidades y certezas, y en cómo el aplicarlas a mi vida ha hecho que llegue a odiar a Hume por tener la razón de una manera tan sencilla.

Mi lista de defectos (interminable, desafiante, incisiva) estira de nuevo en dirección a la cama. Juntos entraremos en ese mundo onírico que separa una rutina de otra, un día de otro, una pena de otra, una alegría de otra.

Buenas noches.

3 comentarios:

Patry dijo...

sera la lluvia tonta que atormenta esta ciudad o saberse en plnitud de felicidad lo que hace que yo tambien me sienta triste????
Un beso gordo. No dejes de alegrarme el dia

Gabriela dijo...

Quedarse entre las sabanas, en ese mundo onírico...
A veces creo que no encuetro la línea que divide esos mundos, y mi corazón, se queda por ahí enredado

Cloe dijo...

Diría que hay días así pero no sería justa con mi verdad. Más que días esto ya es una temporada.

Abrazos