¿No te había contado ya lo que me pasó?
Escarcha en la sangre.
Medias sonrisas en la mente.
Nebulosas en el corazón.
Aire en el tuétano de mi alma.
Estrellas en el nervio óptico, engañando a la vista, hablando sin decir nada sobre notas que no pueden existir.
Subidas, bajadas, giros y mortales en una montaña rusa de pentagramas de vainilla.
Rojos, rosas, verdes y azules como látigos directos a la base del espinazo.
Y cosquillas.
Por la espalda, por los brazos y las piernas, por el cuello y por mis arterias.
Pulso firme que sigue el compás.
Calor allí dentro, calefacción a tope, pero la clara sensación de estar a kilómetros de distancia.
Sentirme en Islandia, su tierra natal. Y ver amaneceres claros, nevados, montañas blancas y frías.
Y extender la mano y recoger del cielo copos de nieve que te hacen guiños.
Solo a ti.
(Gracias)
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