3.7.05

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Se despertó entre nubes heladas, sorprendido ante la escarcha que tenía en el pelo. Al incorporarse en la cama fue consciente de haber perdido toda la sangre, convertida ahora en té frío. Un líquido cruel y extraño, este té, pues no dejaba de golpearle la parte interna del cráneo, clamando por salir y manchar la bisectriz de todos los corazones.

Se vistió como pudo, traje de los domingos convertido en charco de estados de ánimo. Los pantalones y la camiseta no eran más que amarillo triste, gritándose entre ellos que el gris se lleva dentro, y que el coral no tiene nada que ver en esto.


No miró por la ventana, puesto que estaba ciego por culpa de las ecuaciones de segundo grado, y de sus dos incógnitas. Así que se fijó solamente en las motas de polvo, en las gotas secas y en los restos de cemento de las obras del balcón. Cenefas sin patrón calculable jugando a retorcerse hasta que alguien las limpie. Vida triste y breve la suya.


Caminó por el pasillo abrazando eses, lanzando miradas a la hiedra que crece en los marcos de las puertas, esa hiedra que siempre nace cuando el día anterior bebimos demasiado. Se le enredó un poco en las piernas y en los brazos hasta casi hacerle caer, pero una mirada triste bastó para hacerla retroceder.


Desde su habitación le cantaba Maga, hablando de silbidos tímidos y cristales pequeños, con esa voz dulce y ese acento neutro de Miguel Rivera, que mienten sobre una sevilla de haches sonoras y eses con forma de cetas.


Pero el no los estaba escuchando, porque ya estaba delante del espejo;


*** Al mirarse fíjamente su reflejo le pintó un corazón verde en un hombro, echándole el aliento para que se secara de manera permanente. Parpadeó dos veces y el dibujo desapareció dejando un hueco color carne de esferas muertas.


Y justo en el momento en que el reproductor de música de su ordenador le comenzó a cantar Astrolabios, fue consciente de lo que tenía en la mano. La mantuvo, abierta, mientras se veía a sí mismo sonriéndole a las ironías, a la pasta de dientes y a las toallas de colores.


Y le cantó a su imagen:



* Un asterisco en la palma de mi mano
una acotación de tu puño y letra *

1 comentario:

Anónimo dijo...

realmente precioso, buen gusto al elegir maga