19.8.10

Rutinas

Cruzar el paso de peatones con el mismo pie. Pasear en albornoz durante diez minutos. Esperar a ver gente con gafas de sol antes de ponerme las mías. Disfrutar de mis cuentas atrás de mentiras para salir de la ducha. Bajar por las escaleras mecánicas más alejadas del Corte Inglés y volver por las mas cercanas, mientras me pregunto si mi estupidez tiene un límite. Dormir con el aire acondicionado. Abrazar siempre los cinco minutitos más de sueño. Convencerme de que sólo es una copa. Escuchar música e imaginar infinitos. Mirar la inexorable cuenta atrás de los domingos por la noche. Hacer castillos en el aire con naipes de esquinas rasgadas. Escribir cuando los cantos de sirena suenan igual que las voces de las putas de las Ramblas. Rasgarme el alma en trozos para compartir las esquirlas de ideas que resuenan dentro de mí. Beber zumo de naranja hasta no poder más. Mirar parejas e imaginar hipótesis por las miradas que se dirigen. Contar coches rojos. Bajar y subir las persianas sin motivo aparente. Odiar y amar la lluvia, a partes iguales, según el lado de la ventana del que me encuentre y del lado de la sonrisa en el que me resguarde. Dormir siempre en la misma cama y mirar el hueco de la otra, sintiéndolo un abismo.

Mirar cosas que me recuerden a polillas.

15.8.10

presencia y no presencia.

Y lanzas tu mirada intentando clavar las pupilas en algo a lo que aferrarte. Y tu voz consiste básicamente en un conjunto de sonidos ahogados, que salen de un cuello ahogado y de un corazón estrangulado. Y te duele el brazo en la parte inferior, y todos (incluído tú) sabemos qué significa eso.

Las palabras, como dijo aquél, se tornan papel mojado. Y esquivas las balas y las comparativas, hirientes las unas y las otras, y manejas la conversación hacia los derroteros que menos duelen. "Tanto bombo y platillo", oigo las palabras pero no estoy aquí.

Quiero dormir. Quiero unas vacaciones de mi cabeza, y estar incomunicado de todo, y hacerme pequeñito, muy pequeñito, y que nada me hiera ni me afecte, tornarme (cartón) piedra, inmune, duro.

"Good shot. Thank you".

6.6.10

cambios

Estoy siendo lanzado a la vida, sin previo aviso. Igual que si fuera un muñeco de trapo zarandeado por un niño pequeño. Los nervios me carcomen por dentro. Las posibilidades (infinitas) danzan dentro de mi cabeza como latigazos entre las neuronas. Mis manos y brazos se mueven como en un sueño. La angustia, las ganas de llorar, el miedo al cambio, el miedo al futuro, el miedo a lo desconocido, el miedo al fracaso. Todo unido en un batido que te revuelve por dentro y te deja sedado, casi incapaz.

Puede que esto sea la vida. Puede que esto sea dar pasos de gigante hacia un no se dónde pero un sí se cuándo: ahora. Ya. Evolucionar en un momento lo que llevas años asumiendo como cierto. Tu trabajo, tus amigos, tu ciudad, tu casa, tu familia.

Por favor que todo me salga bien. Por favor. Y que este vértigo desaparezca: todo muñeco de trapo tiene un punto a partir del cual se rompe.

20.3.10

Mire a donde mire...

Las Ramblas, muy pronto. Con sus borrachos a medio caer o a medio levantar (dependiendo de cómo veamos la botella de whisky) sentados en algunos portales. Con sus putas exóticas que simulan ser quien no son (y a las que se les ve el plumero a la legua). Con sus pakis, que a estas horas de la mañana han desistido de la venta de cervezas e incluso de la de comida, recurso que tan sólo los muy incautos pueden tomar en serio. Con sus puestos de flores, eternos, que me traen recuerdos de la infancia en los que paseando con mis padres por la rambla de las flores les acuciaba para llegar a la rambla de los animales, pensando ya en que me compraran un patito o una tortuguita con la que jugar con mi hermana. Con sus basureros de BCNeta, que soportan estoicos un escenario (el de cada día) en el que los que se levantan se avergüenzan de los que aún no se han acostado.

Y estas Ramblas huelen a sexo.

23.1.10

sonrisa de papel

Esquiva y tímida. Vislumbrada con un guiño de ojo. Burla espontánea, que hace sonreír a todo el que mire hacia ese lado. Gracia, frescura, desparpajo, en un acto tan cotidiano como fuera de lugar a estas horas de la mañana.

El metro para y la magia se apaga por unos instantes. Un idioma extraño que provoca parpadeos de estupor. Una sonrisa cómplice y las mismas bromas que dos paradas antes. Sacar la lengua, reír, arrugar la nariz.

"La chica más bonita que jamás he visto sujetando un Martini", me digo. Pero no llevas un Martini, y jamás nos conoceremos, y yo sonrío porque me has gustado durante diez minutos de trayecto, y tú sonríes, y tu sonrisa es de papel, y mi mirada es de cartón.

Me emociona ser consciente de que aún tengo ese músculo que late, justo cuando creía tener una piedra en el pecho. Es divertido, esto de sentir. Aunque sea durante unos minutos, y aunque sea una idiotez. Gracias, morena desconocida.

Me voy a dormir completa y profundamente satisfecho. Les dejo con la canción que me ha acompañado mientras escribía.

Sigur Rós - Njósnavelin (The Nothing Song)

21.1.10

el gato que ni estaba vivo ni estaba muerto

Comerte un caramelo Mentos de quien menos te lo esperas. Soportar de forma estoica situaciones a todas luces absurdas, con una sonrisa exterior y un puño cerrado en el interior, clamando por salir y desahogarse. Frío y calor y frío y calor, y sueño aderezándolo todo. Morderse los labios por desear lo que no se debe, tatuándote en la lengua un "ni se mira ni se toca", no vaya a ser que te dé por lanzar dardos a las dianas equivocadas. Volver a vicios que te llenan a ratos. Ver pasar las horas, una tras otra, en una fila india de aburrimiento y sopor. Ver que las cosas se arreglan y los rumbos torcidos siempre pueden enderezarse. Escuchar una y otra vez el último de French Teen Idol, y embriagarme con sus melodías. Leer uno de esos libros que parecen haber sido escritos para leerse una y otra vez. Llamada de alguien que era, y ahora no es, pero que sería divertido que fuera, porque fue. Pensar en comida japonesa y suspirar. Pensar en vacaciones y verlas lejos. Sentir el cosquilleo por la espalda que te avisa como un maldito reloj atómico con alarma de que es la hora de leer y dormir. Observar como la gente cae enferma y ser el único superviviente a la deriva. Planear con los brazos abiertos, sintiendo la brisa debajo de ti, sobre ideas, encuentros, posibilidades, certezas e improbabilidades. Acariciar al Gato de Schrödinger y dejarle que se acurruque sobre mí. Dormir.

19.1.10

Creo..

Vale, sí. Está mal volver a escribir tan sólo para citar un texto de otro. Pero he estado ojeando de nuevo American Gods y he recordado esta cita, una de las mejores que jamás he leído.

(Prometo escribir algo mío cuando encuentre la manera y la inspiración)

"Me puedo creer cosas ciertas, cosas falsas y cosas que nadie sabe si son ciertas o falsas. Puedo creer en Papá Noel y en el conejo de Pascua y en Marilyn Monroe y en los Beatles y en Elvis y en Mr. Ed. Mira, creo que las personas pueden alcanzar la perfección y que el conocimiento es infinito y que el mundo está dirigido por cárteles financieros secretos y que lo visitan periódicamente grupos de alienígenas, buenos, que parecen lémures arrugados, y malos, que mutilan el ganado y quieren apropiarse de nuestra agua y nuestras mujeres. Creo que el futuro nos aspira y creo que el futuro nos sacude y creo que un día la Mujer búfalo blanca volverá y nos dará a todos una patada en el culo. Creo que los hombres son sólo niños grandes con problemas de comunicación y que la decadencia del sexo en Estados Unidos coincide con la decadencia de los cines al aire libre por todos los estados. Creo que todos los políticos son unos cabrones sin principios y también creo que son mejores que la alternativa. Creo que California se va a hundir en el mar cuando venga el gran terremoto, mientras que Florida se disolverá en el caos, los cocodrilos y los vertidos tóxicos. Creo que el jabón antibacterias está acabando con nuestras resistencias a la porquería y la enfermedad hasta el punto de que un día seremos borrados de la tierra por el catarro común, igual que los marcianos en La Guerra de los Mundos. Creo que los mejores poetas del siglo pasado fueron Edith Sítweli y Don Marquis, que el jade es esperma de dragón seco y que hace miles de años, en una vida anterior, yo era una chamán siberiana manca. Creo que el destino de la humanidad está escrito en las estrellas. Creo que es verdad que los caramelos sabían mejor cuando era pequeña, que es aerodinámicamente imposible que los abejorros vuelen, que la luz es una onda y una partícula y que en algún lugar del mundo hay un gato en una caja que está vivo y muerto al mismo tiempo, pero que si nadie va pronto a abrir la caja y darle de comer acabará estando muerto de dos formas distintas, y creo que hay estrellas miles de millones de años más antiguas que el propio universo. Creo en un dios personal que me cuida y se preocupa y supervisa todo lo que hago. Creo en un dios impersonal que puso el universo en marcha, después se fue de juerga con sus novias y ni siquiera sabe que existo. Creo en un universo ateo creado al azar, como ruido de fondo y por pura casualidad. Creo que todos los que dicen que se da excesivo valor al sexo, simplemente nunca han echado un polvo en condiciones. Creo que los que dicen saber qué pasa también mienten sobre los detalles. Creo en la veracidad absoluta y en la necesidad social de mentiras piadosas. Creo en el derecho de elección de la mujer, en el derecho a la vida del bebé, en que toda vida humana es sagrada y en que la pena de muerte no está mal sí es posible otorgar una confianza implícita al sistema legal. Creo que la vida es un juego, que la vida es una broma cruel y que la vida también es lo que sucede cuando estás vivo y puedes tumbarte y disfrutar."


(Discurso de Samanta Cuervo Negro a Sombra. American Gods, de Neil Gaiman).

29.11.09

flashback

"Esto ya lo he vivido", grita en silencio. Y un cosquilleo le sube la espalda, siguiendo el compás de la música que escucha. Las manos le tiemblan un poco, los dedos esquivos, entumecidos, puede que debido a la falta de circulación de una sangre que funciona en estos momentos al ralentí, casi como el viejo coche heredado de segunda mano que nunca tuviste el valor de vender.

"Esto ya lo he vivido", y se nota dormido, cansado, ríos de adrenalina que salen de su cuerpo por los poros y que al contacto con el aire se evaporan: los nervios convertidos en vaho, las fuerzas convertidas en aire.

"Esto ya lo he vivido", se lamenta, y los huesos y la carne y la sangre y lo más profundo de su alma de idiota le recuerdan que él cree en destinos, pero que a la vez cree en ramificaciones. Extraña dualidad, en la que todo está escrito porque lo vamos escribiendo cuando elegimos. Y que algunas veces tiene elección, cuando en otras simplemente se deja llevar por la corriente que todo arrastra (corriente que, por otro lado, se lleva tanto los tatuajes hechos de recuerdos buenos como los souvenirs hechos de tragedias y nudos en el cuello).

"Esto ya lo he vivido". Y vuelve a encender la estufa para calentarse y darse ánimos.

(Canta, Jónsi, canta..)

11.9.09

escribir y buscar letras que no están ahí (aunque en realidad sí)

La llamada silenciosa resuena en los rincones de mi mente. Me dice que es la hora de romper en pedazos la piñata de las ideas en esta gran fiesta para sordos y ciegos.

Acaricio de nuevo las lisas superficies de la inspiración, confuso, lento, tanteando cada palabra y cada paso desde esta nueva perspectiva que no está guiada por la tristeza. Un pie detrás del otro, despacio, como el niño que acaba de empezar a andar pero es suficientemente cauto como para no intentar correr, sorprendido ante esta nueva habilidad que creía imposible. Pasito a pasito, fluyendo, encontrando de nuevo las palabras guiado por la banda sonora de los paisajes nevados islandeses. Y es entonces cuando soy yo.

- Háblame de esa letra.
- Es esquiva, tímida, silenciosa y espantadiza - me contestas. Enciendes un cigarro pausadamente, diría que con total premeditación, teatral, exagerada y descarada. Me miras.
- Haz el favor de ayudarme un poco - replico enfadado -. Ni te va ni te viene, ni pierdes ni ganas, así que te lo pido una vez más: ayúdame a encontrarla.

Me observas, muy seria, tu mirada un hierro al rojo vivo en el fondo del nervio óptico. Me remuevo inquieto en tu sillón. De repente soy consciente de cada arruga en él, de cada pliegue de la piel vieja. Casi puedo notar los muelles sumándose a la incomodidad de tus pequeños ojos fijos.

- Dame una razón - me dices, casi como desafiándome. Noto como tu barbilla se eleva en ese gesto universal de desdén, y me doy cuenta de cómo intentas golpearme con el martillo de la venganza en cómodos plazos.
- Hazlo por mi. Hazlo por ti. Hazlo por todas las historias que algún día te conté, por todas las que te importaron y todas las que atesoras como buenos recuerdos. Hazlo por el Sol y la lluvia y las estrellas. Hazlo por los corazones que laten y los nervios que no se sienten sino que se empuñan -. Hago una pausa para respirar. Las palabras salen a borbotones de mi garganta seca. Daría lo que fuera por un trago de agua, whisky o lejía. Mierda.

Ríes. Tu carcajada suena profunda en esta pequeña habitación.

- Has andado con ella por los últimos cinco minutos - me dices. Acto seguido te levantas y sales afuera, dejándome tan vació como la letra que a ratos me ocultas.

23.8.09

de mañanas y sonrisas.

Oh, no me jodas. Vuelves a hacerlo. A sonreir de gratis, a mirar la pantalla con ese medio-gesto de complicidad contigo mismo. Y todo encaja y cantas ese "la.. la la la.." de los domingos por la mañana. Y notas las cosquillas en la espalda, las cosquilla del todo va bien.

Y ves como se hace de día, la luz rozando esquinas y paredes, tornando los colores zafios en colores definidos, convirtiendo en valientes a los cristales tintados.

Todo al revés, sin ser yo, pero siéndolo del todo. Y como nana del día de hoy, Love Of Lesbian. Cómo no.



Plano fijo en claroscuro
y luego inmerso en mis delirios.
Te vigilo cuando duermes,
es tu hora de moverte.
Y todo lo que siempre nos marcaba,
fue encerrado en cien mil llaves.
Si lo escondimos en las dunas,
fue para no abrirlo, jamás.

Si al despertar, sin brumas ni presagios,
podemos aspirar a todo y nada.
Y al despertar, si lo hemos olvidado,
quizás no habrá final.

Y sin manera humana
de asombrarnos mutuamente,
sólo queda ser sensatos
y aceptar que siempre fuimos
satélites de amplia trayectoria,
tantas veces intangibles,
de aquellos que sólo alumbran
cuando dejas de buscar.

Y si al final, dormimos sin hablarlo,
no nos influirá de modo alguno.
Y al despertar, si lo hemos olvidado,
quizás no habrá final.

Y si al final ...