Tras el tercer "vete a la cama" que me digo considero que ya es suficiente. Tres horas, tres, son las que han pasado desde que he llegado a casa hasta que me he convencido. Y es que a veces las peleas con uno mismo son un reto equiparable a escalar grandes y escarpados picos desnudo y con un piolet de goma.
Hoy he conseguido algo que me hacía mucha falta: no escucharme demasiado. Ayer (hoy, qué más da la forma de medir) mi mente jugaba a las conjeturas y a los dimes y diretes, cabilaciones de tres al cuarto en horas intempestivas, dolores de cabeza incisivos allí donde no puedes rascarte.
Y lo que he sacado en claro puede parecer superfluo: olor a tabaco, tos crónica de tísico terminal, una borrachera de espanto y la determinación de tomar las riendas de mi destino a cada oportunidad que se me presente.
(bonito final para una noche de fiesta).
1 comentario:
Terminar la noche ya es bueno, sobretodo si aún no clarea...
Sino no te engañes, no hiciste caso, es hoy, y el cuerpo pasa facturas de tus dimes y diretes...
Besos del otro lado del océano.
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