17.4.08

silencio en los bolsillos

Nos miramos. Y luego, apartamos la mirada.

Un niño cruza la calle agitando las manos, gritando y riendo, persiguiendo monstruos imaginarios, piratas y astronautas, y mirarlo hace que no necesitemos decir nada durante unos segundos más.

Nos volvemos a mirar, y yo sonrío de ésa manera que sé que odias, pero lo hago de una manera totalmente involuntaria. Tú te tocas el pelo y te lo colocas por detrás de las orejas, en un gesto que quizás no sepas que me encanta. Y que de hecho es uno de los gestos que me hizo enamorar.

Hago un amago de ir a hablar y un sonido escapa del fondo de mi garganta, vacío, sin forma ni sentido. Los dos sabemos que nada de lo que diga podrá recomponer esta historia de cuadros rotos. Y las palabras se quedán ahí, en mi interior, agazapadas, en espera de un momento oportuno que no tiene demasiadas posibilidades de aparecer.

Seguimos callados. Con la diferencia de que ya no nos miramos. Puede que sea la vergüenza de conocernos ahora más que antes.

O puede que sea porque la historia del "te dije y me dijiste" ha llegado demasiado lejos. Y lo que sea que quede de lo nuestro ya solo puede escribirse en pretérito imperfecto.

Y ahí sigue. Guardado.


Silencio en los bolsillos.





para d, por inspirarme

2 comentarios:

Suciedad Anónima dijo...

La cosa va de silencios, no? "Silencio en los bolsillos"... tiene nombre de película, o de título de libro. Yo seguro que la vería, o me lo leería. Y es cierto, que uno a veces echa mano a su bolsillo, y lo único que encuentra es silencio. Quines coses...

Nacho Hevia dijo...

Saca los silencios antes de poner los pantalones a lavar... se acartonarán y te será imposible ya saber qué fue lo que ni siquiera se dijo

Saludos

agridulce silencio con el que me quedo...