9.3.06

un día en el Puente, o homenaje a William Gibson (I)

Se dirige a la puerta de la tienda evitando pisar los restos de sangre de la trifulca del día anterior. En estos tiempos que corren, Boomzilla sabe que en la zona del Puente conviven unas quince enfermedades contraíbles por el mero contacto con sangre infectada. Y como Boomzilla no es tonto, va con cuidado.

Esta mañana, al salir de su refugio ha encontrado unas piezas rotas de hardware que deben de haberle caído de un bolsillo a algún hacker con prisa. Sin dudarlo un momento las ha cogido para venderlas en el i-Desires, una supuesta tienda de comestibles que oculta en su sótano uno de los negocios de contrabando más rentables del Puente. Allí puedes encontrar sprays de defensa, todo tipo de drogas, software ilegal, hardware neural, armas de gran calibre importadas del este, latas de comida no artificial, y un largo etcétera de lindezas. Chip Roto le dijo una vez a Boomzilla que había visto incluso lo que parecía una cabeza nuclear vacía en una de las alacenas. Pero Boomzilla no está tan loco como para creer a un adicto al dancer como Chip Roto. Estando bajo los efectos de esa droga, bien podría haber visto a Dios hablándole en inglés.

Así que al salir de i-Desires, el turco que la regenta ya le había dado tres chips de crédito con los que aplacar el hambre de días. Boomzilla le ha sonreído con falsedad mientras pensaba para sus adentros que ese imbécil usurero no merecía seguir con vida. Toma nota mental de que cuando tenga suerte y salga de toda esta mierda, volverá a esa sucia tienda y la quemará, con el turco dentro. Así aprenderá que Boomzilla no se deja engañar, aunque sea pequeño.

Al llegar a la entrada del Lucky Dragon, Boomzilla sopesa en qué gastará todos sus créditos. Aunque el hambre apremia no dejará de darse el gustazo de invertir una parte del dinero en esas chucherías que cambian de color. Esas que según versa la etiqueta están hechas en Francia. Boomzilla también ha oído decir a otros niños del puente que en algun envoltorio viene un premio que consiste en un viaje a las fábricas de donde procede el dulce. Pero el nunca creería algo así. De hecho, nisiquiera sabe seguro si Francia queda más lejos que Brooklyn. (hace tiempo oyó decir a un viejo que tras la explosión del Puente la geografía se había convertido en historia, y que era imposible llegar a ningún lado sin morir de radiación.)

Abre la puerta y al instante nota el aire viciado, cargado de sustancias que impiden la enfermedad que proviene del Puente. El encargado de la tienda, un coreano malcarado y tuerto, le mira desde detrás del mostrador antibalas. La superficie forrada con una especie de aleación de polímero y kevlar brilla con un tono pálido. Boomzilla sonríe recordando que sustituyeron el cristal antibalas el día que un árabe desquiciado disparó un bazooka a bocajarro tras una discusión con un holandés terco que hacía las veces de Guardia de Seguridad. Tardaron semanas en limpiar todos los restos humanos de las paredes.

Se esconde de la mirada del coreano paseando entre los estantes de armas legales, y comienza a calcular cúanta comida puede comprar con su dinero. Oye un ruido al fondo de la tienda, y al alzar la vista ve a un hombre negro intentando disimular, pasar desapercibido, con una cara de asustado que al instante hacer pensar a Boomzilla que es un mierdas en problemas.

En ese instante, se oye la puerta de la tienda abriéndose de nuevo...

(continuará...)

2 comentarios:

Migae dijo...

Claro, debe continuar pero ya. Que ahora me he quedado a medias...

Anónimo dijo...

te atreves con todo eh! me gusta!
...crees q llegaremos a ese mundo? da miedo pensarlo...
y yo también espero q continue pronto!!...quedo a la espera...
... arte en la red...
muxuxxxx!!!!! ;)