27.9.05

sobre el nido del cuco

La escala es relativa según los ojos del que mira, el tamaño de lo observado y la cantidad de piedras lisas que acumules en los lagrimales;



Hojas inmensas, amenazadoras, selváticas y agresivas creciendo hacia el cielo blanco immaculado. Carrera de relevos del que no corre vuela entre gimnastas verdes. Respiración agitada con olor a clorofila, y los agudos gritos de la fotosíntesis a pleno rendimiento. Y a falta de brazos dejaremos que los tallos se mezcan con la brisa.



O quizás una casita construída con diminutos troncos sacados de un bosque enano, como de ensueño: robles, encinas y alcornoques, cuidados en rincones secretos por los dioses de las pequeñas cosas. Bonsáis del olvido y el silencio. Testigos mudos de que si un árbol cae y no hay nadie para oirlo, será el silbido del aire el que se lamente por su ausencia. "¿Ruido? Para qué...", se preguntarían las ramas del techo, abrazandose entre ellas con la tristeza característica de los sauces llorones.



Cuando el Sol ilumine la escena y el necio se sorprenda a si mismo observándose las palmas de las manos, la aritmética más básica os mostrará que en esto de las sumas y las restas el llevarte una no te da derecho a contar veinte.



Eso solo sucede en el parchís.





Para a* por leerme.

No hay comentarios: