De pequeño siempre soñaba que volaba. En realidad era un medio-vuelo, ya que no podía controlar demasiado mis movimientos. Más bien parecía que me dejaba llevar, como si estuviera en un río de gran caudal y corriente, e intentara llegar a la otra orilla. Pero en mis sueños eso era suficiente. Me elevaba sobre las cabezas de la gente, y todos me admiraban. Estiraban sus manos, creando un paisaje de extremidades extendidas hacia el cielo. Una gran plantación de espigas de carne y hueso.
Mi deseo, ahora, es ferviente. Mi deseo está construido a base de suspiros. Mi deseo casi puede caminar, casi puede pedir por si mismo un futuro hecho de esos sueños que le dieron pie para existir. Mi deseo es como el ronroneo quedo de un gato, que te mira sin realizar gesto alguno pero que si te concentras puedes percibir desde el fondo de su garganta. Mi deseo está hecho de los restos de un sombrero de paja y de muescas en la pared, de polvo y de hiel, de nubes y de frío.
Mi deseo, es. Y flota. O al menos lo intenta.
2 comentarios:
Veo que escribes fluidamente, y tu río te lleva lejos..mírame...
Cuando llega el invierno pienso que el clima se hace interno, nos obliga a sentires muy propios, super introspectivos...
Fluir en el aire es tu deseo hoy.
Un invierno intenso es el mío.
Un beso =)
Parece que hay intenso invierno...
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