19.9.10

Cosas que nunca me dije, o de lo que le robo a Kundera.

Desisto. Bandera blanca. Tras diez horas de nada, de sentirme pequeño, de vagar por 20 metros cuadrados, de adormilarme y despertarme... Diez horas de pensar, pensar y pensar, y de sentir cómo las neuronas se desprenden de mi cerebro y caen, y yo las piso, y su crujido crea ecos en lo que queda de mí.

He probado todo lo que ha estado en mi mano. Sonrisa y mirada fija, inteligente, no la visualices, no pienses. La consola de videojuegos portátil descansa ahora en la cama, sin batería. Abrazos y secadores de pelo a las seis de la mañana, no pienses. Vasitos con zumo de naranja para llevar y descansos de quince minutos que pasan volando. Dinosaurios. No pienses, mierda. Dos libros empezados en la mesita de noche, abandonados en la página tres o cuatro. Fui, era, no soy, pero tampoco era aunque sí lo hubiera sido, no pensar, no pensar. Voy al lavabo, me miro en el espejo, me lavo la cara. Todo me recuerda a cosas que no quiero. Divago, pienso en que sería útil que en el mundo real existieran las cortinillas negras, como esas que ponen en los ojos a los sospechosos de un crimen o a los testigos que quieren permanecer en el anonimato, y quiero ponerlas por todas partes y tapar todo lo que guía mi mente hacía ti. E imagino un mundo lleno de tiritas negras, por todos lados, hasta llegar un momento en que la tirita me tapa incluso a mi. Y desaparezco, porque no soy nada.

Me vuelvo a estirar en la cama de este mísero cuchitril, y de tan pequeñito que soy ahora apenas puedo abarcar la almohada. Me viene el nauseabundo olor a comida de algún otro piso y ni cerrar la ventana me evita tener que aguantarlo. Y cuando me tapo la cabeza con la almohada lo único que oigo son los sonidos apagados de mis cicatrices. Y pienso, de nuevo, en la insoportable levedad del ser.

Tan solo puedo perfilar una pequeña descripción de lo solo que me siento ahora, conforme pasan las horas hinchadas, llenas, rebosantes de minutos... y soy cada vez más consciente del ni contigo ni sin ti.

18.9.10

Todo y nada

Ganas de todo y nada.

Ganas de coger cosas y apretarlas, estrujarlas, y ver como los restos de lo-que-sea se me cuelan entre los resquicios de los dedos. Quiero gritar a la nada, quiero gritar que me arrebata ideas que nunca he tenido y que nunca han dejado de tocarme en el hombro para hacerme girar en el último momento y ver que no están ahí. Tengo ganas de tener la lista de respuestas a todas las preguntas que he lanzado a base de miradas y palancas. Ganas de correr hacia ninguna parte huyendo de los recuerdos rotos y de los dados de tiradas impares y aleatorias.

Quiero sudar, quiero beber, quiero revolcarme en esencia de exceso, quiero que todo me de vueltas y todo se borre y huela a rancio y a día de ayer, y a la vez quiero calma, quiero lineas rectas en mi estado de ánimo, quiero coger todas las sorpresas y tirabuzones de la vida y mandarlos a paseo, quiero silencio y quiero sonrisas.

Pero que no caduquen. Por favor, que no caduquen.

No se puede aspirar a quererlo todo cuando ni siquiera has empezado a tener nada...

Suenan: Los Planetas - Segundo Premio.