27.12.10

flotar.

Algunas veces deseo cosas tontas. Otras veces mis anhelos son tan fuertes que me oprimen, me rasgan la piel y las ideas y me quitan el sueño. En este momento, deseo la ingravidez.

De pequeño siempre soñaba que volaba. En realidad era un medio-vuelo, ya que no podía controlar demasiado mis movimientos. Más bien parecía que me dejaba llevar, como si estuviera en un río de gran caudal y corriente, e intentara llegar a la otra orilla. Pero en mis sueños eso era suficiente. Me elevaba sobre las cabezas de la gente, y todos me admiraban. Estiraban sus manos, creando un paisaje de extremidades extendidas hacia el cielo. Una gran plantación de espigas de carne y hueso.

Mi deseo, ahora, es ferviente. Mi deseo está construido a base de suspiros. Mi deseo casi puede caminar, casi puede pedir por si mismo un futuro hecho de esos sueños que le dieron pie para existir. Mi deseo es como el ronroneo quedo de un gato, que te mira sin realizar gesto alguno pero que si te concentras puedes percibir desde el fondo de su garganta. Mi deseo está hecho de los restos de un sombrero de paja y de muescas en la pared, de polvo y de hiel, de nubes y de frío.

Mi deseo, es. Y flota. O al menos lo intenta.

25.12.10

wakeupwakeupwakeupwakeupwakeup

- Estás despierta?
- Sí.
- He tenido una pesadilla - dice él, mientras se da la vuelta para abrazarla.
- No pasa nada, tonto. Estoy aquí - le contesta ella, sonriéndole a oscuras.

Él la besa, repasando el recorrido de su sonrisa con los labios, intranquilo aún. Y mientras le acaricia el pelo le explica:

- Era muy real, ¿sabes? He soñado que nunca te había conocido. Que los días eran grises porque tú no podías iluminarlos con ese gesto que haces con las manos. Que eran también días largos, que las horas goteaban del reloj de la monotonía y que el sonido que hacían quebraba mis intentos de inventarte o conocerte, no estoy seguro. Que mi lado de la cama estaba caliente pero que el otro estaba frío, y yo sabía que algo fallaba y que las sumas no me daban el resultado correcto. Que te veía por la calle y te saludaba, y tu no me reconocías y te girabas como si yo saludara a alguien que caminaba detrás de ti. Menudo sueño, ¿no?

Ella sonríe de nuevo en la oscuridad y le acaricia el cuello. Tras unos momentos en silencio, ella le susurra que no pasa nada. Y cuando él se relaja un poco con sus caricias, ella le pregunta:

- ¿Cómo me llamo?
- ¡Menuda pregunta! - le contesta. Y al instante se da cuenta de que no sabe la respuesta.
- Entiendes lo que eso implica... ¿verdad? - le susurra ella.
- Sí. No existes.

Y despierta.

24.12.10

Frío

El frío que todo lo rodea, que sube por las piernas, se siente en las rodillas, en la espalda, en el cuello, en las orejas.

Y luego está ese otro frío. El de dentro. El de las cosas que no encajan y va a costar que encajen. El de querer gritar un "no tienes razón" con luces de vibrantes colores, quizás de neón. Este otro frío viene a ratos, sin avisar, traicionero y directo. Y se quita solamente cuando le das esquinazo con promesas vagas, de las de político buitre en temporada de elecciones. Es un frío construido a base de recuerdos, que transforma los detalles en afiladas agujas, y cuando quieres alcanzarlos y usarlos como escape tan solo consigues que se te claven en las yemas de los dedos. Un frío que querrías alejar a base de insultos y de echar en cara toda la mierda que guardas dentro, esa mierda ordenada alfabéticamente que crees que aún puede servirte como leña en esta batalla perdida de intentar entender los cambios. Y ojo, que amenaza lluvia y traición.

Los sentimientos son un boomerang de efecto retardado. Lánzalos, y encontrarán el momento justo, el menos adecuado, para volver a ti y golpearte en la sien. Y luego claro, levanta cabeza (one more time).

Pérdida de tiempo todo.